Planes de Desarrollo: realidad o ilusión

Columnista Invitado

Cada cuatro años o mejor cada vez que se estrena un gobierno, se anuncia con bombos y platillos la construcción y presentación del Plan de Desarrollo que regirá la gestión de dicho gobernante, sea este Alcalde, Gobernador o Presidente de la República, hasta aquí muy bien.
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Lo que me genera inquietud es donde están los resultados alcanzados por los entes territoriales fruto de los anunciados planes, a manera de ejemplo Ibagué, una ciudad que a mi juicio se ha venido desarrollando en forma natural, sin focalización alguna, en la que el sector comercio ha sido quien ha apalancado su progreso si así, se puede llamar.

Entiendo que un plan de desarrollo es una herramienta de gestión que tiene como objetivo promover el desarrollo social en un determinado territorio, entiendo como Desarrollo la capacidad de incrementar o acrecentar algo, que puede ser físico o intelectual, en el caso de aplicarse a una comunidad humana es el progreso en relación a lo económico, cultural, social, o político.

Si comparamos los entes territoriales con las organizaciones empresariales se podría afirmar que el Plan de Desarrollo es para un ente gubernamental lo que es, el Plan Estratégico o Corporativo para las organizaciones empresariales, la diferencia está en que el objetivo del Plan de Desarrollo es de carácter social mientras que el objetivo del Plan Estratégico o Corporativo es posicionar la organización y por ende incrementar sus utilidades.

Si lo anterior es cierto, no es entendible que las organizaciones empresariales en un alto porcentaje visibilicen los logros alcanzados a partir de la implementación del Plan Corporativo, no así los entes gubernamentales, que cada cuatro años el gobernante de turno ilusiona a los habitantes del territorio con la implementación de  proyectos y programas tendientes a lograr desarrollo, desafortunadamente muchos de ellos no se llevan a cabo y otros quedan a mitad de camino y por lo tanto, el municipio o el departamento sigue acrecentando su pobreza y falta de crecimiento. Llega un nuevo gobernante e ilusiona con un nuevo Plan de Desarrollo sin evaluar el anterior en términos de ejecución y proyectos.

La pregunta es: ¿Qué sucede? ¿Habrá deficiencias en su formulación? ¿Será falta de visión de largo plazo? ¿Será falta de continuidad? ¿Será falta de monitoreo y retroalimentación oportuna? Será falta de presupuesto: ¿Será falta de compromiso real del gobernante? ¿Será falta de eficiencia y eficacia del equipo humano? ¿Será falta de respaldo del sector privado? Además, se hace necesario preguntar, ¿quién evalúa la ejecución del Plan de Desarrollo al término del periodo del gobernante? Entiendo que durante el ejercicio del mandato el gobernante presenta informes de gestión en virtud a que la Ley así lo exige, informes que hacen alusión a unos logros o realizaciones, muchos de los cuales no están incluidos en el plan de desarrollo aprobado.

Aquí se hace necesario señalar que la administración pública tiene sus cimientos en la teoría general de la administración, por ello no es entendible que los entes gubernamentales no la apliquen en forma rigurosa como sí lo hacen las organizaciones empresariales, lo cual les permite obtener resultados.

A mi criterio, la formulación del Plan de Desarrollo de un municipio, departamento o país debe iniciar por dar respuesta a la pregunta ¿Qué país, qué departamento o qué municipio queremos tener o proyectar? A partir de ahí, se debe realizar un diagnóstico que permita reconocer las fortalezas del territorio, su vocación, sus debilidades, las oportunidades que le presenta el entorno y desde luego sus amenazas, sin perder de vista las tendencias de desarrollo inmediatas y mediatas.

De esta forma se obtiene la plataforma que permitirá identificar aquellos proyectos y programas necesarios para alcanzar el objetivo del plan, recordemos aquel adagio, que dice, si no se sabe a dónde se quiere llegar, cualquier camino sirve.

FÉLIX RAMÓN TRIANA G.

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