Qué nos pasa. Para dónde vamos 

Columnista Invitado

Con el propósito de conocer la dinámica que se desarrolla en las reuniones que por estos días están convocando los aspirantes al Congreso, acepté la invitación de un amigo y asistí a una de ellas. Primero la puntualidad del candidato dejo mucho que desear dado que llego hora y 15 minutos después de la hora establecida. El convocante a la reunión mostraba su experiencia en este tipo de eventos, animaba a los asistentes mientras colocaba música. De un momento a otro, tomó el micrófono y anunció con mucho entusiasmo el arribo del honorable visitante, quien levantó los brazos como quien viene de obtener un gran triunfo.
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La tertulia se inició con discursos de varios líderes locales como abrebocas a la intervención del candidato, la impresión que me causo es que todos ellos hacen parte del cuadro político del invitado dado que en sus intervenciones se enfocaron a resaltar las cualidades y fortalezas del mismo. Me llamó la atención encontrar tantas cualidades y virtudes en una sola persona, ello me llevó a preguntarme ¿cómo puede estar Colombia tan atrasada con tanta gente tan calificada y visionaria? 

Llegó la intervención del aspirante al Congreso con un discurso sonso, de poco léxico y elocuencia, pero sí, tratando de emular a Jorge Eliécer Gaitán en cuanto a la fuerza y modulación de voz. De fondo o contenido nada, se dedicó a enunciar soluciones a unos problemas que estoy seguro habían sido identificados previamente por los convocantes a la reunión, la calle, la avenida, la escuela, el colegio, los impuestos, el parque, fuentes de empleo, es decir visión cortoplacista. Definitivamente esto no ha cambiado nada en 40 años, fue la conclusión a la que llegué, ello explica porque Colombia está como está. De otra parte, mientras se daba la intervención del candidato, entablé conversación con algunos de los asistentes a quienes les indagué el motivo que los llevó a asistir. Las respuestas en su mayoría fueron: ser amigos de los convocantes, otros ilusionados en que se le diera solución a la problemática del entorno inmediato, otros interesados en encontrar fuentes de empleo para sus hijos o nietos que llevan más de tres años de haber egresado de la educación superior, otros por pura curiosidad e interesados quizás en el mero refrigerio. 

Al término de la reunión me acerqué al candidato, quien estaba más preocupado por partir, que en dialogar con quienes se le acercaron, rápidamente dio las gracias a quienes habían sido los responsables del evento con abrazo y palmadas en la espalda, estos a la vez le preguntaron que cuándo volvían a conversar, la respuesta fue, pásense por la sede, rápidamente subió a su vehículo y partió del lugar. 

De esta experiencia me surgen varias inquietudes: ¿Si así son todos los aspirantes qué le espera a Colombia? ¿Cómo es posible que seamos tan pasivos frente a este tipo de candidatos? ¿Por qué no somos capaces de confrontarlos? Qué poco conocimiento y visión tienen del país. 

Creo que llegó el momento de actuar, como tal, empecemos por apropiarnos de la problemática de Colombia, a ser exigentes con quienes creen que son los salvadores de la patria, cuando lo único que muestran es algún respaldo político y algo de capacidad económica. Elijamos bien. 

Moraleja: Estamos muy lejos de tener una cultura política al igual que un interés por trabajar unidos en busca de encontrar soluciones a nuestros problemas. ¿Qué nos pasa? ¿Para dónde vamos?

Félix Ramón Triana Gaitán.

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