No más indiferencia

Columnista Invitado

El día a día, el trajín diario, las diferentes responsabilidades y obligaciones no nos da tiempo para contemplar la realidad que nos rodea, conduciéndonos a un estado de indiferencia, que nos impide actuar como actores sociales que somos, dado que somos hombres y mujeres sociales, lo cual, a mi criterio, nos obliga a contribuir a construir una sociedad que ofrezca condiciones mínimas para la convivencia del ser humano.
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Mucho más si somos egresados de la educación universitaria, formados en lo superior y para lo superior; lo que nos exige coadyuvar a edificar una sociedad justa, digna, equitativa y garante de los mínimos vitales para toda la población y no para una élite de la misma.

En ese sentido se hace necesario reflexionar sobre nuestro actuar y hacer, entendiendo como reflexión, la meditación sobre circunstancias, hechos, conceptos, actividades que realiza un individuo voluntariamente a fin de sacar conclusiones sobre lo que ello nos deja. La reflexión es una condición que solo aparece en los seres humanos, en la medida en que se vincula con la capacidad de razonar e indagar cognoscitivamente el mundo exterior y los estados internos de la mente y la sensibilidad.

No podemos seguir siendo indiferentes a la crisis de humanidad, a la corrupción que permea a toda la estructura de nuestra sociedad, a la desintegración de la familia, a la pérdida de valores, al relativismo ético, a las fallas del llamado sistema educativo, a la ausencia del Estado y su debilidad institucional, al mal gobierno local, departamental y nacional, a la inequidad social; raíces de la violencia según el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal de Colombia del 2018. Ser indiferente es fomentar y construir sobre el individualismo, es decir, que cada quien enfrente y resuelva sus problemas de tal manera que pueda subsistir, dando lugar al actuar egoísta y el todo vale.

El mismo Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Gaudete et exsultate” nos invita a reflexionar alrededor de la santidad, entendida como el actuar al servicio de los demás y alejados del mal en cualquiera de sus formas. El Papa nos exhorta a actuar bien, en forma responsable e irreprochable ante el Ser Superior que nos guía, al “igual que ante el mundo, solo así se garantiza la construcción de una verdadera sociedad para todos”.

No más indiferencia con una ciudad que todos los días es menos competitiva, así quienes la gobiernan y sus amigos digan lo contrario, no más titulares y noticias de prensa como “Abandonados sin misericordia”, “Embotellamiento en El Salado”, Pupitrazo en el San Simón”, “Estudiantes Inundados”; Canasta familiar en Ibagué: Insostenible”, la Martinica se derrumba”, “Cero y van dos: graban paliza contra una niña de 11 años en colegio público de Ibagué”, Administración de Andrés Hurtado endeudó a Ibagué  por más de $ 165.000 millones y las obras no se ven”, titulares que todos los días leemos o escuchamos y que indican que vamos hacia el abismo, lo más grave es que nada de ello nos sorprende, además que no pasa nada, dado que todo indica que hasta los órganos encargados de investigar están contagiados de la indiferencia; ya que no dicen ni hacen nada. 

El reto está planteado, o reflexionamos y actuamos antes de que las cosas sean mucho más críticas en nuestro país, en nuestro departamento y en nuestra ciudad. Tengamos presente que lo único que necesita el mal para triunfar, es que los buenos no nos pronunciemos. Recordemos igualmente que somos responsables del deterioro de la ciudad, del departamento y del país por acción o por omisión. La invitación está planteada.

 

FÉLIX RAMÓN TRIANA GAITÁN

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