Quinterada

Columnista Invitado

A menos de 3 meses de que finalice el periodo de los mandatarios regionales, Daniel Quintero, alcalde de Medellín, renunció para sumarse formalmente a la campaña de Juan Carlos Upegui, el primo de su esposa que aspira a dirigir el rumbo de la ciudad de la eterna primavera durante los próximos 4 años.
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Desde que Quintero inició su mandato, diversos medios de comunicación denunciaron la vinculación de familiares cercanos a la administración municipal, en lo que sería una evidente práctica de nepotismo; en efecto Upegui hizo parte del equipo de gobierno desde un primer momento y hoy día es el “ungido por Quintero” para continuar gobernando a Medellín. 

De Upegui sólo conocemos sus salidas en falso y sus intervenciones demagógicas; como “Secretario de la No-violencia” poco hizo por Medellín, al igual que su jefe Quintero, que hoy ostenta el deshonroso título de ser el alcalde paisa con más baja favorabilidad en la historia. Ningún otro ha recibido tanto reproche por parte de la ciudadanía.

Seguramente por eso es que Federico Gutiérrez, candidato a repetir como alcalde, alcanza el 64,5% de intención de voto, aun cuando durante su mandato se presentaron algunas situaciones que hoy son objeto de investigación por las autoridades.

Presentar su renuncia y horas después pararse en tarima a alzar las manos de Upegui, evidencia una clara desviación de poder por parte de Quintero que debe ser rechazada en las urnas. Y si lo que pretende (como algunos medios lo han mencionado) es postularse a la presidencia de la República, el país entero debe estar vigilante a dicha intención. Un sujeto cuyo único objetivo es incendiar las redes sociales y fomentar el odio en la oposición, se convierte en riesgo para la seguridad y la democracia. Frente a los legítimos reproches, Quintero responde con agresiones y acusaciones, y demerita a todo aquel que se atreva a cuestionarle. 

Mientras muchos compiten legítimamente en la contienda electoral, el ahora ex alcalde y Upegui se aprovechan del poder y del erario, saliendo a las calles y co-gobernando de forma descarada. Lo que en otros países sería delictivo, en Colombia es una “Quinterada”. Realmente penoso.

RODRIGO J. PARADA

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