Reconstruir la confianza

Columnista Invitado

El reciente Foro Económico Mundial de Davos, que reunió a representantes de 120 gobiernos y a más de 1.600 líderes empresariales, volvió a poner como tema de agenda global la necesidad de ‘reconstruir la confianza’. Si bien, las urgencias actuales obligaron a abordar otros asuntos cruciales durante el evento, como los impactos de las guerras, el cambio climático y la inteligencia artificial, quedó claro que existe una necesidad manifiesta de recobrar la confianza, para tener economías sanas y caminar hacia el desarrollo.
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Una preocupación que no resulta ajena a la realidad latinoamericana, donde tres de cada cuatro ciudadanos tienen poca confianza en sus gobiernos, mientras que el 80% considera que la corrupción está extendida en las instituciones públicas, “poniendo así en riesgo la cohesión social y debilitando el contrato social”, según el informe de Perspectivas Económicas de América Latina. En el plano nacional, la encuesta anual de confianza que realiza el Edelman Trust Barometer, señala que Colombia es el país en el que más cayó el índice de confianza en el último año, seguido de Malasia, Nigeria y Argentina.

Este panorama nos recuerda insistir en el llamado a reconstruir la confianza, así como de rescatar otros valores para tener sociedades comprometidas, en las que exista siempre una conexión entre gobernantes, empresas y ciudadanía. En un conversatorio titulado ‘Los retos del desarrollo y la pobreza’, realizado en el marco de los 40 años de la Fundación WWB Colombia, con 20 participantes de distintos sectores de Cali y el reconocido catedrático John Hammock, cofundador del OPHI (Iniciativa de pobreza y desarrollo humano de la Universidad de Oxford), se identificaron una seria de valores que dicho grupo consideró fundamentales, para salir adelante.

Honestidad, para llevar la ciudad a otro destino; empatía, para ponernos en los zapatos del otro; convivencia, entendida como la importancia de aprender a vivir con las diferencias; escucha activa, para entender a los demás; diálogos improbables entre actores que tal vez nunca por sí solos se reunirían; equidad para que haya más oportunidades y menos barreras invisibles; amor, porque no es posible construir sin él; solidaridad, como la posibilidad de ayudarnos entre todos; y pertenencia, para sentir la ciudad no solo como individuos, sino como parte de algo más grande.

También se habló de la juntanza como un término surgido del trabajo entre mujeres y que se usa para referirse al compartir, a la tertulia, a la unión. Una palabra que al profesor Hammock sorprendió gratamente, y que se conecta con los principios del desarrollo humano: todo aquello de lo que hablemos y lo que hagamos es para el bienestar común. Asimismo, se destacó la necesidad de la pasión, de tener una visión colectiva y de recobrar el positivismo, para reconocer lo valioso que tenemos.

Traigo a colación esta conversación, justo ahora que el mundo está hablando de confianza y que en nuestras ciudades y departamentos inician nuevas administraciones, para resaltar el valor de esos diálogos que se generan entre voces ciudadanas y que siempre deberían estar presentes en las agendas gubernamentales. En este caso, las y los participantes enfatizaron en la necesidad de poder confiar en las instituciones y de recobrar este valor entre las personas; confiar en el vecino, en el compañero. Confianza para consolidar alianzas que sumen saberes y potencien el trabajo en equipo.

Si logramos comprender que los valores son pilares sólidos sobre los cuales edificar, será posible planear ciudades, departamentos y países con una visión colectiva real; una necesidad de empujar hacía el mismo lado, de mantener la escucha activa y de tener a las personas en el centro para avanzar. Ahí está el reto y la invitación a asumirlo en equipo.

Daniela Konietzko Calero

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