UNA ATÍPICA EXCEPCIÓN
Revisando el listado de los ganadores del Premio Nobel de Literatura es posible encontrar algunos mínimos comunes denominadores en los estilos literarios de los galardonados que nos permiten esbozar la ratio decidendi que la Academia Sueca implementa a la hora de fallar. De estas, es fácil desprender algunas evidentes a simple vista, como su predominante favoritismo por la narrativa en detrimento de otros géneros o la, con suerte ahora cambiante, tendencia de preferir a las plumas masculinas de Estados Unidos y Europa por sobre el resto del planeta. Pero hay una línea roja que en Estocolmo parecen no querer cruzar: premiar a la literatura fantástica y, por ello, el caso de Kazuo Ishiguro es tan particular.