Sobre constituyentes y otros delirios presidenciales

Jaime Eduardo Reyes

Desde que tengo uso de razón casi todos los presidentes de Colombia han hablado de constituyentes cuando sus reformas no tienen el apoyo en el Congreso. La prueba ácida a la que se someten dichas propuestas es la popularidad del gobernante y el tiempo con el que cuentan para sacarlas adelante. Desafortunadamente para ellos a medida que pasa el periodo de gobierno concretar una constituyente es más difícil.
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El diseño de nuestro sistema político presidencialista ha convencido a muchos de que la figura del presidente de la república está por encima de todas las otras ramas del poder público, nada más errado. La democracia en Colombia, basada en la delegación del poder del pueblo a sus representantes en el ejecutivo, legislativo, y judicial, le brinda a la nación los pesos y contrapesos necesarios para evitar los desmanes del presidente.

Al ejecutivo, por lo general, llega un candidato que obtiene en una segunda vuelta más votos que el segundo, y mediante la política establece una mayoría en el Congreso que le permite sacar adelante sus iniciativas. Al Congreso llegan todas las representaciones políticas presentes en la nación, las del presidente y las de quienes perdieron la elección, se integran diferentes bancadas y los resultados del debate político representa el interés nacional. Así las cosas, el presidente, aunque representa el interés nacional de una mayoría que ganó la elección, necesita de un consenso que va más allá de su partido si quiere representar todo el interés nacional.

Por lo general, algunos de los presidentes creen que ellos son los únicos que pueden lograr los cambios y bajo ese supuesto quisieran tener más tiempo para gobernar, todos sueñan con una reelección y el camino es alentar un cambio en la constitución. A principios del siglo tuvimos dos presidentes reelegidos, la experiencia llevó al país a eliminar la reelección presidencial. 

La semana pasada el presidente Petro propuso una asamblea constituyente, al mejor estilo de la asamblea de principios de los años noventa del siglo pasado. Los magnicidios de grandes líderes y candidatos presidenciales y los asesinatos de miembros de la fuerza pública promovidos por el narcotráfico conllevaron al final a la promulgación de la constitución del 91. 

En esa época la amenaza contra el estado llevó a un gran acuerdo nacional impulsado por la sociedad civil, para nada fue una bandera política de un gobernante o de un partido político que se creyera el mesías. Una constituyente propuesta desde la polarización y la radicalización política sólo llevaría a un mayor caos y división nacional, es muy incierto saber a dónde nos podría llevar abrir esa puerta. 

El presidente debería preguntarse por qué hoy no tiene las mayorías para aprobar sus reformas, qué pasó con las mayorías que tenía en el congreso, qué tanto tiene que ver la baja calidad de sus ministros, y las contradictorias opiniones que él y su gobierno hacen a cada rato. 

Adenda: Me sumo a las voces de dolor expresadas por el fallecimiento de Fernando Meléndez Santofimio, lo recordaremos por su don de gente, líder empresarial, y por los valores morales que siempre ejerció. Mis saludos de condolencia a su esposa, hijos y familia. 

JAIME EDUARDO REYES

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