Mil motivos para un paro

Como dicen los arrieros “para ver las mataduras hay que levantar la enjalma”. Estamos a una semana de que el país comience a estremecerse con un paro agrario y popular que busca, precisamente, mostrarle al Gobierno las horribles mataduras que han venido dejando en los trabajadores cientos de años de explotación de las oligarquías nacionales y extranjeras.

Como dicen los arrieros “para ver las mataduras hay que levantar la enjalma”. Estamos a una semana de que el país comience a estremecerse con un paro agrario y popular que busca, precisamente, mostrarle al Gobierno las horribles mataduras que han venido dejando en los trabajadores cientos de años de explotación de las oligarquías nacionales y extranjeras y, reforzando tal explotación, 20 años de políticas neoliberales.

Pero este tiempo que se abre paso con el paro será también la ocasión para reclamarle al Estado por su indolencia, pues sin reparar en los problemas que agobian a las inmensas mayorías, siempre ha preferido estar del lado de los poderosos, utilizando, incluso, su poder comunicacional para mancillar con infundios la decisión autónoma de las comunidades y sectores sociales cuando deciden movilizarse.

Que los movimientos están infiltrados por las guerrillas, que los mineros artesanales son en realidad bandas que se financian con la minería criminal, que los paros son acciones terroristas contra la población civil, etcétera, no son más que jeringonzas a las que los voceros del establecimiento han querido darles un propósito desmovilizador, pero cuyos efectos son cada vez más limitados, pues por encima de ellos están las sentidas necesidades de la población. 

De allí que pese a las argucias oficiales, a sus amenazas y acciones represivas, a partir de este 19 de agosto veremos a una población que exige soluciones a sus problemas de ollas vacías, de heridas sin cura, de estudiantes sin escuelas, de escuelas sin maestros, de tierra sin campesinos, de campesinos sin tierra, de nacionales sin nada, de extranjeros con todo, de insumos caros, de cosechas baratas, de democracias de cada cuatro años, de autocracias de todos los días, en fin, un paro con mil motivos y que, por tener tantos, durará hasta que San Juan Manuel agache el dedo.    

Será entonces un paro que busque solucionar los problemas de los cafeteros, arroceros, cacaoteros y población agraria en general. De igual manera, los problemas de los transportadores, mineros artesanales, comunidades negras e indígenas, así como los de los campesinos que han hecho mérito para que sus territorios sean declarados Zona de Reserva. Y como si fuera poco, los de la población afectada por deficiencias en los servicios públicos, por carencias en salud y educación y, en general, por todos aquellos otros problemas que han hecho de la vida un eterno desear sin nunca conseguir.

Con tantos problemas por resolver, será un paro que deberá brillar por su combatividad, pero también por la unidad orgánica y de propósitos y por su organización y respaldo inequívoco a los negociadores. Tales serán los ingredientes del éxito. 

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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