Y ahora, la Gran cumbre agraria y popular

Esta pasada semana, cerca de tres mil campesinos se dieron cita en Bogotá con el fin de examinar las condiciones creadas a raíz del obligado cambio de actitud del Gobierno nacional, que necesitó de más de 20 días para reconocer la existencia del Paro Nacional, Agrario y Popular y aceptar conversaciones con la Mesa de Interlocución y Acuerdos –MIA-...

que fuera creada precisamente para dirigir el paro y negociar con el Gobierno.

Como logra deducirse de la declaración política de esta reunión, los asistentes encontraron en la respuesta del gobierno a los planteamientos y reclamos de los campesinos en paro todo un homenaje a la protesta social: 12 luchadores sociales asesinados, cuatro desaparecidos, 660 casos de violaciones a los derechos humanos, 262 detenciones arbitrarias, 485 personas heridas -21 de ellas con arma de fuego-, 52 casos de hostigamientos y amenazas y 51 casos de ataques a la población civil. 

Como el Tolima no podía quedarse al margen de tanta saña oficial, también aquí los campesinos tuvieron que aportarle a la lucha la vida de uno de los suyos, numerosos heridos (incluso el caso de dos enfermeras), seguimientos y detenciones a líderes sociales, todo esto sin contar con otras violaciones flagrantes a la Carta Magna, que ampara el derecho a la protesta, al debido proceso y a la presunción de inocencia, como pudimos constatarlo en Cajamarca, donde la Policía fijó en sus calles numerosos pasquines con las fotografías de 72 ciudadanos y cinco menores bajo la arbitraria sindicación de terroristas. 

A propósito: ¿Ya cumplió el Personero de este municipio con el compromiso que hizo, ante una comisión de derechos humanos y algunas madres de los fotografiados, de notificar al Alcalde y al Comandante de Policía de este municipio de la monstruosidad que entraña tan oscuro proceder?

Pero volviendo a la reunión de Bogotá, allí los asistentes encontraron dadas las condiciones para convocar a una Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular que contribuya a una mayor unidad y movilización del pueblo colombiano por sus derechos. Que nadie dude de lo plenamente factible que resulta el cumplimiento de estos propósitos, pues así lo evidencian los acuerdos y movilizaciones de los últimos años, con ejemplos tan contundentes como el actual paro, en el cual se han destacado especialmente los sectores campesinos, indígenas y afrodescendientes.  

Corresponde, pues, a todas las organizaciones populares, sin distingo alguno y que se sientan golpeadas con la crisis generalizada en que se encuentra el país, preparar sus fuerzas para hacer de esta Cumbre un evento capaz de potenciar con nuevos bríos los aires de indignación que el paro mismo ha demostrado.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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