A tan importante abanico viene a sumarse ahora La UP con la ratificación de su compromiso con los ideales de cambio social que levantaron la ampolla criminal de las derechas colombianas. En esa ratificación está también su deseo de siempre de contribuir a colocar en la misma orilla a todos los que creen que solo uniendo a quienes luchan por los cambios de avanzada se podrá ir dando forma al sueño de la paz, de la justicia social y de la felicidad sin discriminaciones.
Pero además de estas semejanzas, con la Unión Patriótica se presenta un importante hecho que invita a la reflexión: En el nacimiento y desarrollo de casi todas las organizaciones mencionadas hubo una participación destacada de líderes que son o han sido militantes o simpatizantes de la UP, lo cual ha facilitado el que no haya mucha distancia, y sí muchas coincidencias, en sus plataformas y programas de lucha. Esto ha permitido que, de acuerdo con las necesidades de cada momento, se establezcan lazos unitarios, como los que se trenzaron en el pasado Paro Nacional Agrario y Popular.
Tan importante realidad cobra mayor significación cuando la Unión Patriótica, aprovechando que le ha sido restablecida su personería jurídica y que en muy poco tiempo ha alcanzado grandes logros en el reagrupamiento de sus fuerzas, le ha ofrecido al país, en Aída Abella, la mejor carta política para las elecciones presidenciales del 2014.
Aída Abella llevaba 17 años pisando tierras extranjeras, pero trabajando por Colombia, estudiando sus problemas, buscándoles solución, organizando políticamente a la diáspora y preparándose para retornar al país con los mismos bríos que se le conocieron como líder popular, dirigente sindical, fundadora de la CUT, Constituyente del 91, Concejal de Bogotá y presidenta de la UP.
Con los discursos e intervenciones que ha pronunciado a su regreso al país, queda evidenciado que en Aída permanece incólume esa vocación de servicio a su pueblo y su compromiso con los cambios requeridos para que el propio pueblo se pueda gobernar. Pero también, que es la mejor carta de presentación de las izquierdas en las próximas elecciones. Solo que ella, en su extrema generosidad, ha manifestado su disposición a ceder a otras opciones. Serán las circunstancias las que digan la última palabra.
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