Tsipras: Un nuevo triunfo con mal sabor

Rodrigo López Oviedo

El que un país adelante dos elecciones y un referendo en el mismo año puede significar que tiene la democracia en la piel ciudadana o que su sistema democrático está en crisis. En cualquier lugar puede ocurrir lo uno o lo otro, pero en Grecia pasa algo adicional: para resolver los problemas del país, y últimamente para rescatarlo de las garras de prestamistas internacionales (a quienes se les “adeudan” 86 mil millones de euros, ya varias veces cancelados), desde hace algunas elecciones, los helenos vienen siendo tentados a decidir por la opción humana, supuestamente representada en Alexis Tsipras y su partido Syriza, o por las opciones neoliberales.

Tsipras había logrado fundar en él todas las esperanzas populares, pues había prometido romper con la costumbre de descargar sobre los trabajadores las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, las cuales siempre habían sido dócilmente acatadas como medio para superar cada crisis. Las más recientes llevaban a reformar regresivamente los regímenes laboral y pensional, a permitir la creación de fondos privados de pensiones y a constituir un millonario fondo para atender todos los procesos de privatización que fueran requeridos.

Ya en el poder, Tsipras consideró necesario convocar a un referendo para definir la aceptación o no de las anteriores imposiciones. Triunfó contundentemente el No y esto hizo pensar que Tsipras radicalizaría aún más su posición, pero no fue así: Del Tsipras empoderado por su pueblo que se fue a Bruselas a negociar, regresó un Tsipras descolorido, con un legajo bajo el brazo que hablaba de la aceptación de las mismas imposiciones que antes rechazaba.

La crisis política no se hizo esperar. Las deserciones en su bancada le hicieron perder las mayorías del Congreso y le obligaron a renunciar, no sin antes convocar elecciones anticipadas, que fueron las realizadas el pasado domingo, y en las cuales volvieron a triunfar Tsipras y Zyriza, lo que les permitirá cumplir las reformas pactadas en Bruselas, si logran transar acuerdos con otras bancadas, lo cual ya parece convenido.

En síntesis, la experiencia vivida con Tsipras y Zyriza resultó frustrante. Se creía que ellos responderían distinto por la suerte de su pueblo y romperían con el modelo neoliberal de los anteriores gobiernos, pero terminaron plegados a las imposiciones de la banca internacional y sus tradicionales representantes. Con este nuevo triunfo, el pueblo heleno terminará reconociendo que se le ha servido un plato con sabor distinto al que paladearon en las dos elecciones anteriores, aunque preparado por los mismos cocineros. Entonces será el mismo pueblo el que revise la receta y emprenda directamente su propio cocimiento.

Comentarios