Los papeles de Panamá

Rodrigo López Oviedo

Todo parece indicar que el escándalo a que dio lugar la filtración de documentos de la empresa panameña Mossack Fonseca superará, y en gran forma, los que se levantaron con los correos de WikiLeaks, en 2010, y Edward Snowden, en 2013.

En el caso Mossack Fonseca son 11.5 millones de documentos, cuya publicación pone al descubierto ese universo pútrido en el que navega el gran capital, apoyado en sus propósitos por paraísos fiscales y sociedades off-shore.

Para tales capitales, los paraísos fiscales son una bendición. Primero, porque son extremadamente cuidadosos en resguardar toda información relacionada con movimientos bancarios.

En segundo lugar, porque no recaudan impuestos o lo hacen con tarifas muy bajas; y por si fuera poco, porque se hacen los de la vista gorda ante hechos relacionados con evasión fiscal y blanqueo de capitales.

Las sociedades off-shore, por su parte, son empresas encargadas de operar a nombre de inversionistas de otros países, de los cuales mantienen en secreto sus nombres y el monto de sus capitales, especialmente si son de origen ilegal, todo lo cual se presta para el ocultamiento y la evasión fiscal.

Para que exista un paraíso fiscal se requiere de la complicidad de los demás países, pero ya la comunidad internacional está tomando medidas tales como la de estandarizar los procedimientos internacionales de la banca.

Sin embargo, no es suficiente con tomarlas, se precisa que los países rubriquen los protocolos que les dan vida, y en esto la suerte parece no correr a favor de las normas, ya que países de tanta importancia como Estados Unidos no solo son reacios a suscribirlas, sino que hacen todo lo posible por ubicarse en la orilla contraria de lo que se quiere corregir.

Estados Unidos no solo rechaza firmar estas normativas, sino que estados como Nevada, Dakota del Sur y Wyoming, entre otros, se han convertido en los más complacientes paraísos fiscales del mundo. Este hecho -sumado a que fueron compañías estadounidenses las financiadoras de los 109 medios que desentrañaron los sucesos de Mossack - Fonseca y a que en la lista de personas y empresas afectadas no figure ninguna de Estados Unidos- ha llevado a considerar que lo que se esconde tras este escándalo no es más que el deseo de este país de acabar con todos los paraísos fiscales ajenos para quedar reinando solo en tan fétido mundo.

Quienes han quedado chamuscados con este escándalo (Uribe, por ejemplo, a través de sus hijos) deberían reflexionar sobre el triste papel que juegan al lado del imperio, del cual solo son peones desechables, dignos del más pobre sacrificio cuando el imperio mismo así lo determine.

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