Los caminos del alcalde

Rodrigo López Oviedo

Todo parece indicar que a la Alcaldía de Ibagué no llegó el socialista que en campaña dijo ser. Por supuesto que ello nos tiene sorprendidos a muchos de quienes lo acompañamos en las pasadas elecciones por creer que su valiosa experiencia como Gobernador del Tolima y Secretario de Salud de los bogotanos podría ser de utilidad para los ibaguereños.

Por el contrario, lo que vemos en el hoy Alcalde es a un hombre que posa de incluyente, no porque le esté incorporando a sus programas de gobierno soluciones efectivas a los graves problemas de las comunidades, sino, simplemente, porque les nombra a una que otra de estas a uno que otro de sus miembros, pero sin soltarles más posibilidades de ejecución que las que él, en su prepotente estilo, les permite realizar.

De allí que en la ceremonia de balance de sus primeros 100 días solo hubiera podido mostrar, como gran realización, una que otra obra barrial de digna exaltación si hubiera sido realizada por la Junta Comunal, pero que resulta pigmea cuando es un alcalde el que la presenta, con bombos y platillos, como fruto de su actividad.

Esto es lo que ocurre, señor Alcalde, cuando se desaprovechan funcionarios de tanto brillo como los que usted dice tener, por mantenerlos sometidos a una coyunda que habla muy mal del espíritu democrático que a usted supuestamente le adorna.

Pero al margen de lo anterior, lo que sí debería preocuparnos a todos los ibaguereños, amigos o no de las que fueron sus propuestas de campaña, es el cariz que se advierte en lo que está por venir de su administración.

Y debemos preocuparnos, en especial, por la contradicción de hoy con lo que ayer consideraba uno de sus más firmes propósitos: la defensa de lo público.

Lo que estamos observando es la intención de un socialista en tránsito hacia al neoliberalismo de entregar al capital privado, mediante el nefasto sistema de alianzas público privadas, valiosos elementos del patrimonio presente y futuro de los ibaguereños, como las plazas de mercado y el Sistema Integrado de Transporte Público, con lo cual convertirá a la ciudadanía en tributaria de nuevas cargas de ganancia para ese capital.

Ese no es el camino, señor Alcalde, como tampoco lo es el despido de trabajadores para supuestamente resolver ineficiencias administrativas.

Mucho menos el establecimiento de derrames de valorización o el aumento de las tarifas de impuestos sin antes resolver los problemas de su falta de progresividad.

Si ha sido honesto con sus electores, a quienes arrolla con su odiosa prepotencia, busque el camino en los postulados del verdadero socialismo y no en el despeñadero neoliberal.

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