Se volvió democrática la derecha

Rodrigo López Oviedo

Por lo último que han dicho los representantes más connotados de la derecha, orientados, como bien se sabe, por el hoy senador Álvaro Uribe, hemos logrado deducir que esta congregación de fieles uribistas se ha vuelto de lo más democrática del mundo.

Vienen reclamando que los gobernadores, alcaldes, corregidores, inspectores de policía y pueblo en general sean consultados para saber qué piensan, qué sienten, qué opinan acerca del actual proceso de paz, y si les parece bien o no que en sus respectivos departamentos, municipios, corregimientos y veredas se instalen Zonas de Normalización, en las cuales las Farc se preparen para su incorporación a la vida civil, previa dejación de armas.

No es para menos. Estos señores parece que se volvieron los “nuevos mejores amigos” de la democracia, y quieren expulsar de su espíritu esa vergüenza que los atormenta desde el día en que su jefe, sin consultar a nadie, resolvió despejar 35 zonas en 35 municipios para que 35 mil paramilitares, sin tener que entregar nada, ni confesar nada, pudieran tomarse en ellos un descansito de tres años.

Eso está muy bien, sobre todo porque nos pone a los demás colombianos en el camino de la esperanza. Esperanza que ciframos, por ejemplo, en que también respalden otro tipo de consultas, como las que quisiéramos muchos ciudadanos en torno a la megaminería, al agua, al modelo económico, a la inclusión del país en la Ocde y a tantos otros aspectos de la vida nacional sobre los cuales cada colombiano quisiera ser consultado.

Desafortunadamente, estos nuevos amigos de la democracia no dan para tanto, y sobre lo dicho mantendrán su boquita cerrada. Si la han abierto sobre las Zonas de Normalización, y han reclamado consulta, es porque entienden que ello constituiría una traba más al proceso de paz, que se sumaría a las muchas que ya han puesto.

Y es en este aspecto en el que diferimos del planteamiento de estos “nuevos demócratas”. Antes que obstáculos, a la paz hay que darle todo, sobre todo si queremos que no haya más sangre derramada, más viudas, más huérfanos, más miedo, más recursos desperdiciados en la guerra.

De tales obstáculos se ha hecho protagonista el Gobernador del Tolima al utilizar las tácticas del teléfono roto y de la mentira para hacerles oposición a las Zonas de Normalización propuestas para el departamento, ante las cuales los alcaldes respectivos ya dieron su visto bueno.

Contraria a la posición del Gobernador ha sido la de Guillermo Alfonso Jaramillo, alcalde de Ibagué, quien abrió las puertas de la ciudad a la Paz. En esta actitud cuenta, de seguro, con el apoyo ciudadano.

Comentarios