¡Todos con el no!

Rodrigo López Oviedo

Se nos vino encima la consulta en que tendremos que darle un No rotundo a toda posibilidad de que en tierras ibaguereñas se ejecuten “actividades mineras que impliquen contaminación del suelo, pérdida o contaminación de las aguas o afectación agropecuaria y turística del municipio”.

Al igual que lo hizo Julio César al cruzar el Rubicón, tenemos que reconocer que “la suerte está echada”, y lo que queda es encarar el inmenso poder de los dólares que utilizarán las transnacionales para corromper la conciencia de un pueblo que hasta hoy ha dado muestras de preferir el agua al oro, que es tanto como decidir entre la vida y la muerte.

Que no será tarea fácil es lo que vienen demostrando algunos medios de comunicación, entes gubernamentales, procuradurías y líderes comunitarios, entre otros, desde el momento mismo en que se iniciaron las actividades depredadoras de Anglogold Ashanti -hoy AGA- sobre las reservas forestales circundantes a la mina La Colosa. De forma paralela al brote de este proyecto minero, comenzaron los dólares a gravitar y a convertir la conveniencia pública en mercancía de poca monta.

Por fortuna, el burgomaestre local, doctor Guillermo Alfonso Jaramillo, ha sacado a su administración de tan repudiable juego, y ha puesto la bola en el centro del campo para que seamos los ciudadanos los encargados de decidir la suerte que queremos para nuestros hijos.

Sin embargo, no creemos adecuado su parecer en cuanto a que la consulta se adelante el mismo día del Plebiscito por la Paz, pues generaría confusión entre la ciudadanía al tener que decirle No a lo uno y Sí a lo otro, además de que la consulta minera debe hacerse dentro de un plazo que de seguro será inferior al de la paz, dado que sobre esta aún pesan algunos desacuerdos que deben superarse antes de proceder al plebiscito refrendario.

Por lo demás, resulta llamativo el slogan “Sí a la paz, no a la mina”, mediante el cual se lanza un disparo de doble perdigón a los dos objetivos del momento, uno a la izquierda y otro a la derecha, uno por la paz para la vida y el otro de explotación minera para la muerte.

Ahora bien, el compromiso es apabullante. Hay que llevar a las urnas a no menos de 130 mil ciudadanos resueltos a respaldar el No contra la depredación minera y eso requiere de inmensos recursos económicos y humanos que no tienen disponibles los abanderados de la vida y que en cambio sí están abundantes en los bolsillos de sus enemigos.

¡En la tarea de superar este desequilibrio debemos estar todos! ¿Ya ha decidido usted cómo colaborar?

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