La suerte de Andrés Felipe Arias

Rodrigo López Oviedo

Con la misma facilidad con que convirtió el ministerio de Agricultura en Cueva de Rolando, el exministro Andrés Felipe Arias se está saliendo con la suya en la pretensión de hacerse a la impunidad por lo que hizo con el programa Agro Ingreso Seguro, pese a haber sido condenado por la justicia colombiana a 17 años de cárcel.

Esa joyita, mientras se desarrollaba la etapa de investigación y juzgamiento, fue recluida en un cantón de la fuerza pública, en lugar de ser hacinada en un reclusorio común y corriente, como le ocurre a la generalidad del hampa criolla.

Más tarde, “por no ser un peligro para la sociedad”, recibió el beneficio de “calle” por cárcel, hecho que aprovechó para escabullirse cuando se filtró a sus oídos la condena que le esperaba. Más tarde se vino a saber que había tomado camino al exilio y que muy orondo andaba perfeccionando su inglés en el país donde más inglés se habla.

Dicen que la justicia llega, aunque cojee, y en su caso sigue cojeando. La poca que le llegó le puso dos meses en una cárcel de la Florida mientras se estudiaba una solicitud de repatriación proveniente de su país, que ya no es el suyo, pues confesó que ahora el suyo se llama USA. Esa solicitud no ha prosperado, ¡porque con aquél ahora santuario de la impunidad no tenemos un tratado de extracción!

Aquí es donde uno cavila y cavila, para solo poder llegar a un interrogante: ¿Cómo así que no habiendo tratado de extradición hemos enviado a cerca de mil 800 colombianos a las cárceles norteamericanas, y ahora que pedimos solo a uno, no nos lo pueden enviar? Ante lo cual un sabelotodo contesta: es que han sido extraditados mediante acuerdos de buena voluntad. Y entonces uno vuelve a cavilar y a cavilar, y solo una nueva pregunta halla por respuesta: ¿Y cómo así que esos acuerdos de buena voluntad, que tanto se han cumplido de acá para allá, no pueden cumplirse de allá para acá para que podamos poner a buen recaudo al pulcro Arias?

¿Será que tal tesorito está utilizando ante la justicia norteña esa maraña de influencias que lo llevaron a ser ministro, a manejar la plata del ministerio como lo hizo y a creer que podía hacerlo con total impunidad?

Son preguntas que nos llevan a seguir cavilando y cavilando, y a preguntarnos ahora ¿hasta cuándo podrá la joyita seguir ‘tongoneándose’ por las calles de la Florida y contagiándose de optimismo con los mensajes de sus amigos, varios de ellos en la cárcel o con posibilidades de caer a ella?

Comentarios