Al rescate de lo nuestro

Manuel José Álvarez Didyme

Como se sabe, el vallenato es un ritmo surgido de la fusión de las canciones de los vaqueros del Magdalena, los cantos de los esclavos africanos y las danzas tradicionales de los indígenas de la Sierra Nevada, propio de una región integrada por el Valle de Upar, el Magdalena y las Sabanas de Bolivar, que gracias a la persistencia y a una ampliación de su temática a declaraciones de amor, aflicciones del corazón y a lo cotidiano, fue ganando espacios de aceptación tanto en el país como en el exterior, al punto de competir hoy con ritmos ya consagrados.
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Contrastante circunstancia con lo que le acaece en la actualidad a la denominada “música andina”, entre la que se cuenta la de nuestro Tolima, la cual, por falta de adecuación a los nuevos tiempos mediante la utilización de instrumentos diversos a los tradicionales y variación de sus contenidos temáticos, agoniza convertida en lo que el inolvidable Rodrigo Silva llamó con desazón y en baja voz para que nadie lo escuchara, “música de concurso”, al punto que ni la Radio Nacional, ni la propia emisora Cultural del Departamento, ni la de la Universidad del Tolima la incluyen de manera reiterada en su programación habitual.

Desconociendo que cuando Jorge Villamil, Miguel Ospina y el mismo Silva decidieron incorporar a los ritmos regionales del Tolima Grande, letras de contenido universal y calidad poética, distintas a la bucólica temática campesina, junto con instrumentos como el bajo, el piano o el órgano, sus canciones como Espumas, Cenizas al viento, Me llevarás en ti, o Qué más quieres de mí, del primero de ellos;  La tarde y tú, los boleros, Rosas y Sueños, Confesión, Amor eterno, o Lamento, del tolimense Ospina, así como el bolero ranchero Cuando yo me muera, Reclamo a Dios o Hablemos del pasado, del espinaluno Silva, rebasaron con éxito las fronteras patrias.

Así que, -como se vio-, si la variación lograda por estos tres compositores raizales le marcó un nuevo rumbo a nuestra música, no continuar con ello, sería renunciar a un éxito ya logrado y retornar a un estado carente de perspectivas de proyección futura, máxime en momentos que la desaparición de la escena pública del paradigmático dueto de Silva y Villalba, agrava la preocupante circunstancia.

Así las cosas, de cara al porvenir y conocedores de la fórmula para reanimar nuestra expresión musical, la conducta a seguir debiera ser la de aplicarnos a su renovación temática y sonora, dotándola de  nuevos instrumentos y formas de interpretación, en concordancia con los tiempos que corren.

 

¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro! 

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MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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