Ranchera versus samba

La competencia económica entre México y Brasil está para alquilar balcón. La puja por el liderazgo regional es cada día más intensa. Durante años México fue la locomotora latinoamericana, luego de que Argentina experimentara un lento, pero constante declinar desde los años cuarenta, cuando llegó a ser la quinta economía del mundo.

La competencia económica entre México y Brasil está para alquilar balcón. La puja por el liderazgo regional es cada día más intensa. Durante años México fue la locomotora latinoamericana, luego de que Argentina experimentara un lento, pero constante declinar desde los años cuarenta, cuando llegó a ser la quinta economía del mundo. Pero los años noventa y la primera década de este siglo sirvieron para que Brasil emergiera entre los principales lugares del ranquin mundial y se convirtiera en la primera potencia latinoamericana, lugar que ahora pretende México.

Brasil es la sexta economía mundial y algunos creen que en 2030 será la cuarta. De las 500 principales empresas de América Latina 223 son brasileñas. La potencia carioca, no obstante, tiene su talón de Aquiles. La desaceleración de China ha alertado sobre las deficiencias del modelo económico basado en la exportación de materias primas (igual que Colombia, Perú y Venezuela). Desde 2008 ha crecido a una media anual del cuatro por ciento, sin embargo, las fluctuaciones de los precios de los ‘commodities’ tienen preocupados a los brasileños; sus manufacturas (el 13,5 por ciento del PIB) tienen una menor demanda, seguramente por la revaluación de su divisa. Quizás por ello Dilma Rousseff tomó esta semana una decisión histórica: las regalías que produzcan los nuevos contratos de petróleo, que hasta ahora recibían los estados productores, fundamentalmente Rio y Espirito Santo, se dedicarán exclusivamente a educación. Esto representa unos 4.600 millones de euros anuales, y podría aumentar si se acrecienta la producción de petróleo. Rousseff quiere preparar a su gente para antes de que se acabe el petróleo, en un país en el cual el 40 por ciento de los alumnos que empiezan estudios de secundaria los abandonan.

Ahora bien, en 2011 la economía mexicana creció más que la brasileña, y este año será igual. México está demostrando una creciente competitividad de su industria manufacturera. En 1990 el comercio exterior mexicano representaba el 17,5 por ciento del PIB. Hoy esa cifra es del 61 por ciento (frente al 20 por ciento del Brasil), y el 80 por ciento de sus exportaciones son manufacturas. Los mexicanos no tienen una dependencia de las materias primas. México exporta más productos que el resto de países latinoamericanos juntos, en parte gracias a que tiene tratados de libre comercio con 44 países (cuatro veces más que Brasil); y miren este dato, gradúa más ingenieros –unos 113.000 anuales, 0,8 por 1.000 habitantes– que EE UU (0,6), y en términos absolutos más que Alemania, Canadá o Brasil, razón por la cual es líder en la fabricación de computadores, teléfonos móviles, electrónica y automóviles. Por su vecindad con EEUU ha comenzado a ser un fuerte competidor de China allí, donde vende casi todo lo que produce. En 2009 el mercado estadounidense concentró el 80.5 por ciento de las exportaciones mexicanas. Esta es su principal dependencia estructural.

Pero no es oro todo lo que reluce. Tanto México como Brasil tienen serios problemas de violencia y criminalidad. México superó en 2011 a Irak como el más peligroso del mundo para los periodistas según The International Press Institute. En los últimos cuatro años han sido asesinados 80 periodistas mexicanos y las mafias del narcotráfico tienen literalmente azolados a varios estados mexicanos. En 2006, la tasa de homicidios de México era de 8 por cada 100.000 habitantes, el año pasado fue de 22. (Es más baja que la de Colombia, de 38.5, según el Instituto de Medicina Legal). Brasil por su parte, pese a los avances de los últimos años, continúa siendo uno de los países con mayor desigualdad del planeta y con más número de pobres absolutos. Aun así, México y Brasil son las puntas de lanza de Latinoamérica, en los próximos años sabremos de quién será la supremacía regional. La otra puja interesante es entre Argentina y Colombia.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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