El final de la era Chávez

Salvo que Dios decida otra cosa, la era Chávez ha llegado a su fin, por más esfuerzos que hagan los médicos cubanos y el Gobierno venezolano. La realidad es la realidad, y se impone.

Todo es cuestión de horas, o, a lo sumo, de días. Venezuela y América Latina deben alistarse para vivir sin Chávez, un hecho que va a modificar la política dentro y fuera del país porque cabe suponer que una vez él desaparezca desaparecerá también su revolución bolivariana.

El líder venezolano es, probablemente, una de las personas que más antipatías despiertan en Colombia, particularmente entre la ‘rancia aristocracia bogotana’, que tiene enorme capacidad de influencia en el país. Se odia a Chávez por múltiples razones. Por ‘militarista’, por ‘ordinario’, por ‘fatuo’, por ‘corroncho’, por ‘intervencionista’, por ‘estatista’, por ‘cómplice de las FARC’, por ser ‘hijo de su mismísima madre’, o por todas las anteriores. El antichavismo en Colombia es una mayoría, eso no se puede negar. Pero una cosa es el odio colombiano a Chávez y otra muy distinta la dimensión que él ha logrado alcanzar en el hemisferio y en otras partes del mundo.


Chávez fue el primer líder latinoamericano en oponerse a la ortodoxia neoliberal del llamado ‘Consenso de Washington’. En parte es su hijo. Es histórico el estallido social que estas políticas produjeron en Caracas en febrero de 1989, el famoso ‘caracazo’, la reacción popular contra las medidas adoptadas (nunca mejor dicho) por el presidente Carlos Andrés Pérez. Hablo de adopción porque esas políticas no eran suyas, sino dictadas por el Fondo Monetario Internacional. La protesta fue brutalmente reprimida, hay quienes cifran en más de 300 los muertos de ese día, que a la postre significó el deceso político de Pérez y de la Acción Democrática; este episodio fue el prólogo de dos fallidos intentos de golpe de estado que se dieron tres años después, el de febrero, protagonizado por Chávez, y el de noviembre, por sus amigos; intentonas que lo catapultaron a la escena política y a obtener el poder por la vía electoral.


Es imposible entender los hechos políticos vividos en América Latina durante las últimas dos décadas si no se tiene en cuenta las recetas económicas prescritas por el FMI. De alguna manera éstas parieron una nueva era de la que Chávez fue precursor, y explican, parcialmente, los triunfos de Correa, Morales, Lula, Kirchner, Vásquez y Humala. Políticas que desembocaron en el desmantelamiento del Estado y en privatizaciones a ultranza. Chávez se convirtió en el vocero de una América Latina hastiada de ser el patio trasero de Estados Unidos; entonces se enrocó con su ídolo, Fidel Castro, para quien esa ‘revuelta latinoamericana’ significó una especie de reivindicación histórica; impulsó un panamericanismo regional inspirado en Bolívar, su influencia se extendió al Caribe y a Centroamérica; habló de reconstituir la Gran Colombia y se empecinó en dotar a la región de instituciones autónomas (no siempre viables) sin el concurso de Washington. Con George W. Bush sostuvo un pulso que llegó a paralizar la elección de Secretario General de la OEA, organismo manipulado por EE.UU. a su antojo.


Existe cierto paralelismo entre Chávez y el presidente egipcio, Gamal Nasser, también militar, cuyo liderazgo traspasó las fronteras nacionales y quien fuera declarado héroe en la disuelta Unión Soviética. Nasser fue una referencia en el mundo árabe, como Chávez en América Latina. ¿Qué pasará con Venezuela tras su desaparición? No lo sé. (Es posible que se suma en el caos, es uno de los problemas del caudillismo). Pero AL no volverá a ser la que era antes de él. La historia juzgará sus yerros y sus aciertos. Una luz está a punto de apagarse. Se avizora una nueva era.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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