No al Metro de Bogotá

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Me van a perdonar mis amigos de Bogotá, pero por el propio bien de la capital y de Colombia hacer un Metro como el que se está cocinando no tiene sentido, sería un error monumental, una “locura”, como bien lo dice Carlos Mario Montoya, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en entrevista concedida a Yamid Amat. Y les voy a decir por qué.

El colapso de movilidad que experimenta la capital es un monumento al fracaso del actual modelo de desarrollo, de espíritu colonial, que privilegia el centro en detrimento de la periferia. Hacer un Metro subterráneo como el que se propone es premiar ese modelo. Cuando se termine de hacer (dentro de 15 años, empezando ya) se habrá quedado pequeño y no dará respuestas a los complejos y dramáticos problemas de movilidad de Bogotá. De otra parte, el costo de ese Metro es de 15 billones de pesos, en principio, lo más seguro es que termine costando 20 billones o más. De los cuales todo el país tendrá que pagar el 70%. Óigase y léase bien, ese Metro lo pagaremos los costeños, los tolimenses, los vallunos, los santandereanos, todos. Y solo conseguirá reforzar el efecto llamada que ha existido históricamente. Hacerlo, significa gastar todos los recursos que tiene el Estado para transporte masivo, que son apenas 12 billones.

En lugar de un Metro sería más racional y estratégico hacer tres de menor coste. Uno en Cali, otro en Barranquilla y otro en… Ibagué. Sí, en Ibagué se podría hacer un Metro ligero o un tranvía como el de Barcelona y costaría apenas una décima parte de lo que costaría el de Bogotá. O bien, hacer un tren de alta velocidad que conecte Bogotá, Fusagasugá, Girardot e Ibagué. Hay que construir nuevos polos de desarrollo, desconcentrar el país y no reconcentrarlo más.

Ibagué tiene una oportunidad de oro en la crisis estructural de Bogotá. Es el momento de recuperar y ganar capital humano, invertir la tendencia de los últimos cincuenta años. Bogotá tiene tres capitales de departamento más o menos a una distancia similar (Villavicencio, Tunja e Ibagué), y la tolimense tiene grandes ventajas competitivas sobre las demás que hay que saber aprovechar. Lógicamente, para ello habría que planear bien el desarrollo, pero bueno, ese es otro asunto.

A Bogotá se la pasó el arroz. Lleva discutiendo sobre el Metro desde el año 47, cuando aún había tranvía. Abandonó el Trolley eléctrico, que era un magnifico sistema de transporte masivo (de baja contaminación) y les dio gusto a las mafias del transporte urbano. Para superar esta crisis Bogotá tendrá que implementar medidas de corto, medio y largo plazos. Hacer vías, reordenar el territorio con base en distritos (ciudad de ciudades), disciplinar conductores y peatones, semáforos inteligentes, una variante para que el transporte pesado no ingrese a la ciudad, y parar de crecer y crecer. Hay que sacarle gente. Y lo más importante, dejar de improvisar. El Metro de Bogotá es un debate del orden nacional, desde las regiones hay que darlo.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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