El renacimiento de la Unión Patriótica

Guillermo Pérez Flórez

No se pueden matar las ideas. Ni los sueños, ni las esperanzas. O como lo dijo alguien en su momento, se podrá cortar la flor pero jamás la primavera. Esto viene a mi memoria ahora que veo que la Unión Patriótica experimenta un renacimiento, discreto y silencioso, en varios lugares de Colombia. Después del exterminio sistemático a que fue sometida, renace de sus cenizas.

La UP surgió de los acuerdos de paz entre el gobierno del presidente Belisario Betancur y las Farc, y le asesinaron dos candidatos presidenciales, casi toda su bancada parlamentaria, varios diputados, centenares de concejales y miles de dirigentes populares. Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa fueron dos líderes que querían la paz para Colombia. Sus crímenes, impunes como los de casi todos, fueron inútiles. El conflicto armado que ahora se le quiere poner fin hubiera podido terminar hace ¡treinta años! Duele con solo decirlo.

Los únicos que sobrevivieron a este holocausto lo hicieron gracias a que se exiliaron, como Aida Abella, o porque se fueron al monte, como ‘Iván Márquez’, actual jefe negociador de las Farc en La Habana. ¿Cuántos muertos nos hubiéramos evitado? No lo sé. Supongo que varios miles. Pero la intolerancia de unos y la prepotencia de otros hizo posible que la tragedia se prolongara por tres décadas. El regreso de la UP a la escena es una buena noticia. Puede y debe contribuir a oxigenar la política, sumida hoy en una de las mas profundas crisis de toda la historia. Una actividad que ha quedado reducida, con muy contadas excepciones, a un vulgar mercado electoral, en donde no importan ni la ideología, ni el programa, ni las ideas, solo las relaciones de clientela y el dinero. Se trata de una situación deprimente. Los electores tienen muy pocas razones para concurrir a las urnas, son escasas las opciones con capacidad para ilusionar y movilizar a la ciudadanía.

La UP tiene un compromiso moral inmenso. Es una sigla escrita con sangre en la memoria del pueblo colombiano. Por esa razón debería hacer todo cuanto esté a su alcance por diferenciarse de lo que existe. Si lo hace logrará constituirse en una alternativa, en una opción para las nuevas generaciones. Generar ilusión, alegría y esperanza, como la que en su momento despertó Bernardo Jaramillo, quien en su breve carrera electoral logró desprenderse de la rigidez ideológica y abrirse a un pueblo ávido de cambios reales. Y es que los problemas que sufren las naciones colombianas no encuentran solución es ninguna ideología. La cuestión tiene que ver con la posibilidad de crear oportunidades para que todo el talento, toda la creatividad y recursividad que existe en la entraña popular encuentre cauces de expresión dentro de la legalidad y no dentro de la actividad económica ilegal y organizaciones delictivas.

El reto de la UP para las elecciones es no parecerse a nada de lo que hay. Más que buscar unas curules para competir debe contribuir a crear conciencia política, que es lo que casi no hay. Si lo hace, bienvenido su renacimiento.

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