El factor Íngrid y…

Guillermo Pérez Flórez

El santismo acaba de ‘sacarla de estadio’ con el foro organizado por la Fundación Buen Gobierno a favor de la reconciliación, al reunir a las victimas más reconocidas del conflicto armado. Dicho acto le da un nuevo aire a las negociaciones de paz.

Ver a Íngrid Betancourt, al general Luis Mendieta, a Clara Rojas, a Sigifredo López y a Ángela Giraldo, entre muchos otros, abogando por el perdón y la reconciliación, tiene un valor pedagógico enorme, y también sus efectos políticos. Santos ha quitado al uribismo de las manos la vocería de las víctimas, que indelicadamente se había apropiado so pretexto de que se hiciera justicia. A partir de este momento le será difícil afirmar que las víctimas no apoyan los diálogos y la negociación. De otra parte, con este acto se ha dibujado una coalición pro paz que, en caso tal, impulsaría la refrendación de las negociaciones, si es que finalmente el plebiscito obtiene luz verde en la Corte Constitucional.

El proceso de paz con las Farc entra en su recta final, y lo que viene será una cruzada para conseguir el apoyo mayoritario del pueblo. En esta etapa las victimas jugarán su baza más importante, como avalistas. Si ellas perdonan y llaman a la reconciliación y la paz, ¿con qué derecho se oponen quienes no han sufrido la guerra? Con la modificación del gabinete ministerial (al incluir a Clara López, la líder del Polo Democrático Alternativo), y este foro de reconciliación, Santos muestra sus cartas y nos dice que está listo para acudir a las urnas y conseguir la victoria.

Íngrid puede desempeñar un papel clave en esto. Sin duda, es la mujer más importante que tiene el país en lo internacional. La conoce medio mundo y a donde va suscita interés. Es verdad que también genera enconadas pasiones, pero las declaraciones dadas a la prensa indican que está espiritual y políticamente preparada para una campaña por la paz. Sabe ser equidistante entre Santos y Uribe, no ataca al expresidente y dice entenderlo. Perdona a las Farc pero afirma no olvidar y que Dios ha hecho justicia por ella porque sus verdugos están muertos. Cuando le preguntan por qué la dan tanto palo, piensa un momento, se ríe y responde que tal vez porque se lo merece. Sabe esquivar el toro. Y a la pregunta de si está dispuesta a reconciliarse con las Farc contesta que solo quiere abrazar a Colombia y que éstas también son parte de ella.

Ingrid está de vuelta, y es una gran noticia. A la fotografía de la reconciliación, sin embargo, le falta un elemento muy importante: la Colombia rural. Que ha sido y sigue siendo la principal víctima. La de poncho, ruana, alpargatas y carriel, que (ojo) Uribe sabe interpretar a las mil maravillas. Hay que abrazar a esa Colombia y pedirle perdón, perdón por tantos años de olvido, indiferencia y atraso. Se requiere de un plan que llegue a esa Colombia postergada, con arados, salud, educación y vías. Estos son los puntos suspensivos.

Comentarios