Hombres de guerra, hombres de paz

Guillermo Pérez Flórez

Mayo de 2011. El presidente Juan Manuel Santos interviene en una ceremonia en la Escuela Superior de Guerra ante la cúpula militar, el Curso de Altos Estudios Militares -Caem- y el Curso Integral de la Defensa Nacional -Cidenal- en el marco de la Cátedra Colombia. Pocos saben, en ese momento, que el Gobierno explora la posibilidad de negociar con la guerrilla de las Farc en La Habana.

El presidente habla de los éxitos. Se respira un ambiente de triunfalismo militar exacerbado. De repente pregunta: ¿Quién es el coronel más antiguo? Un coronel se pone de pie y dice: “Yo, señor Presidente”. “¿Cómo cree usted que terminará la guerra?”. El Coronel le responde: “Presidente, creo que vamos bien. Lo importante ahora es saber qué le podemos ofrecer a la guerrilla, para terminar el conflicto. Sabiendo que no se va a transar por taxis ni becas”. “Exacto, ese es el punto. Porque el objetivo último de cualquier guerra es la paz. No puede ser la guerra… Ustedes han estudiado a todos los filósofos de la guerra. Todos dicen: la mejor guerra es la que no se libra”.

El coronel de la anécdota es hoy el mayor General Jorge Humberto Jerez, comandante de la Quinta División del Ejército. He recordado el episodio al leer en EL NUEVO DÍA un reportaje en el que Jerez dispara una frase contundente: “Lo más importante es tener el pensamiento de que el Ejército no le tiene miedo a la paz, es un Ejército guerrero, libertador y victorioso que tiene a las Farc sentado en La Habana”. La afirmación no da lugar a dudas. Las FF.MM. están con el proceso, no conspiran contra él y aceptan que el objetivo de cualquier guerra es la paz. Reconocen que no puede haber guerras perpetuas.

Jerez es un militar tropero que no rehúye el combate. Ha estado en lugares críticos, como Cauca, Sur de Bolívar, Nariño, Catatumbo y en el Tolima en tres ocasiones. Y tiene muy claro que la guerra no es cuestión de tiros. Cree en la importancia de ganarse los corazones y las mentes del pueblo. Por eso, adonde va es lo primero que hace. La semana ante pasada hablé con Alejandro Galindo, alcalde de Mariquita, mi pueblo. Le pregunté cómo estaban las cosas y me dijo que bien, que los campesinos de la vereda La Cabaña, que en el pasado tuvieron problemas de orden público, estaban contentos, que les iba a instalar un trapiche comunitario. Y que eso sería realidad gracias al apoyo del general Jerez.

Nunca he sido, ni seré amigo de militarizar el país. Pero me parece vital que exista una relación armónica entre el pueblo y las fuerzas militares. Porque el Ejército es el guardián de la soberanía, pero ésta reside en el pueblo. Uno de los dividendos de la paz será precisamente ese, soldar las fracturas de ese binomio causadas por el conflicto armado. Y nadie mejor para hacerlo que quienes han hecho la guerra. Excepcional oportunidad para el general Jerez comandar el Ejército en la tierra donde comenzó el conflicto.

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