Recelo a la paz

Guillermo Pérez Flórez

Es ya lugar común decir que al proceso de paz le falta pedagogía. Y es verdad. Pero en cierta medida es entendible que ésta apenas comience, el proceso de negociación es aún una obra inconclusa, regida por una sentencia pétrea: “Nada está acordado, hasta que todo esté acordado”. Mientras no se firme el acuerdo final no hay nada.

La aireada protesta del gobernador Óscar Barreto por la decisión gubernamental de instalar en Planadas y Villarrica zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN), aduciendo no haber sido consultado y considerar que por esa vía la guerrilla “volverá” a estos municipios, prueba que existe déficit de pedagogía. Además, el imaginario colectivo asimila estas zonas con la tristemente célebre experiencia del Caguán. Y nada más alejado de la realidad. Ello explica que el ofrecimiento efectuado por el alcalde Guillermo Jaramillo para que se instale una ZVTN en su jurisdicción haya recibido un rechazo del 75%, según sondeo virtual de EL NUEVO DÍA.

Las ZVTN son, en la práctica, una “desmilitarización” de las Farc, que están presentes en 101 municipios y se van a concentrar en 22. En éstas no habrá, ni podrá entrar, población civil, y los guerrilleros que salgan tendrán que hacerlo sin armas y de civil. El Estado no renuncia a ejercer control sobre ellas, como sucedió en el Caguán, las autoridades civiles no armadas podrán ingresar y, si fuese preciso, también la Policía. El cumplimiento y la conducta de las Farc estarán supervisados por Naciones Unidas, y solo estarán vigentes por 180 días, el objetivo es el desarme de las Farc. Sin las ZVTN sería imposible verificar el cese al fuego y de hostilidades. No hay nada qué temer.

El punto es que Planadas y Villarrica tienen recuerdos infaustos de la guerrilla. Pero si se miran las cosas con menos aprensión, tener dos ZVTN en el territorio es una “ventaja competitiva” frente a otros municipios y departamentos que aspiran, de manera legítima, a ser incluidos en los programas a desarrollar por cuenta de los acuerdos de La Habana. Es una manera de estar en el radar del postconflicto y de reivindicar los dolorosos sacrificios hechos durante medio siglo de conflicto armado.

Es el momento de que el centro político y gubernamental reconozca cuanto ha sucedido en la periferia. La historia de algunas poblaciones de Colombia es totalmente desconocida, un compendio de soledad, violencia y abandono estatal. Corresponde ahora prepararse para que el país y el mundo sepan qué sucedió en esta tierra, para que no se repita jamás nunca. Me atrevería a asegurar que el 99% de los colombianos ignora no solo que las Farc nacieron en Marquetalia (Planadas), sino que Villarrica fue bombardeada (abril de 1955) con Napalm, y militarizada por orden de Rojas Pinilla, casi diez años ante de que Manuel Marulanda fundara su guerrilla.

Si hay una tierra que no ha conocido la paz, esa es el Tolima. Ahora debemos convertirla en una tierra de promisión y futuro. Hay que volver a confiar. El recelo es natural y explicable, pero esta vez la historia será diferente.

Comentarios