“Afloje un poquito”

Guillermo Pérez Flórez

Senador

Su Santidad Francisco ha reunido al presidente Juan Manuel Santos y al senador Álvaro Uribe en el despacho papal para intentar aproximarlos y que trabajen unidos por la paz de Colombia. Noble e ingenuo propósito. Solo Dios puede lograrlo, al menos no antes de las elecciones presidenciales de 2018, Uribe solo quiere recuperar el poder, y, para ello, oponerse al acuerdo con las Farc le resulta rentable.

En el encuentro Uribe pidió al Papa decirle a Santos que “afloje un poquito”, y se vuelva a revisar lo acordado. Ciertamente, el tono no suena exigente. Es solo un poquito nada más. La frase es mentirosa y sibilina, pues no revela la verdad. Primero porque el “poquito” no es poquito, es todo, y segundo porque todos han aflojado, menos él.

Él sigue creyendo que las Farc no son guerrilleros sino narcoterroristas. Sigue afirmando que en Colombia no hay conflicto armado, sino amenaza terrorista, que Santos le está entregando el país a “la Far” y al “castro-chavismo”; y convencido de que la solución es la cárcel y su inhabilitación política. Persiste en pedir la rendición de una guerrilla a la cual no pudo derrotar en ocho años.

Aquí todo el mundo ha aflojado. Los del SI, algunos del NO y muchos que no dijeron ni SÍ ni NO. Aflojaron las víctimas, perdonando a sus victimarios, con generosidad y talante cristiano, superando el dolor y cerrando las heridas. Aflojó el Congreso. La Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado. Aflojaron los partidos políticos. Los militares y los policías, e inclusive algunos paramilitares (no todos, algunos pues siguen matando). Aflojaron las iglesias cristianas, y las Farc. Hace seis años prometían jamás entregar las armas, hoy las están entregando; no pagar ni un solo día de cárcel, hoy se someten a la justicia; no pedir perdón, y hoy perdón han pedido. Aceptaron revisar y ajustar los acuerdos. Las Farc aflojaron, nadie puede negarlo. Salvo Uribe. Él sigue igual, y sigue igual porque la guerra y la propaganda intoxicaron mucha gente y él vive de esa intoxicación. Así, el negocio no es el perdón, es el odio. No es la paz, es la guerra.

Uribe sin “la Far” sería muy poco. Lo eligieron en 2002, lo reeligieron en 2006 y casi lo reeligen en 2010. De hecho, lo hicieron gobernador en 1995. Lo llevaron a la presidencia, lo convirtieron en jefe de la oposición y a que el mismísimo papa le pida que afloje un poquito y trabaje mancomunadamente por la paz y la reconciliación. A Uribe, sin embargo, solo le interesa recuperar el poder. Y para qué. ¿Para perseguir a las Farc? No. Para protegerse y proteger a su familia y a sus amigos, y seguir creyéndose dueño del país. El hombre sin el cual la paz no es posible.

La labor mediadora del papa es noble y debe agradecerse. Sí. Pero que Uribe “afloje un poquito”, solo puede conseguirlo Dios, o las urnas en 2018. Lo demás es pensar con el deseo. Esta vez, la eficiente, inteligente y discreta diplomacia vaticana ha errado. Uribe no ha aflojado ni siquiera un poquito.

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