El ELN y Los gatos argentinos

Guillermo Pérez Flórez

Se debe saludar el inicio del diálogo con el ELN. Es absolutamente deseable para llegar a esto que se ha dado en llamar una “paz completa”. Colombia la necesita. Es mucha la sangre derramada durante medio siglo, inútilmente. Con miras a contribuir me permito llamar la atención sobre algunos riesgos:

Primero, creer que la negociación va a ser un “copy/paste” de La Habana. Nada más alejado equivocado. Farc y ELN tienen orígenes, historias y cosmovisiones diferentes. Los acuerdos de paz alcanzados son una referencia importante, pero no una camisa de fuerza. El ELN es más político que militar (lo cual es bueno) pero su dirigencia es excesivamente idealista, le falta pragmatismo (lo cual malo), y piensa que el mundo es como lo imagina. Este proceso, pues, será diferente. Se debe aprovechar la experiencia adquirida y los avances, pero entender que existen contextos y lógicas distintas. Ojo con eso. Muchas cosas han cambiado desde 2012, cuando se abrió la negociación con las Farc. Para empezar, la paz en Colombia ya no es lo más importante que sucede en América Latina, como afirmó en su momento Pepe Mujica. No veo a Mr. Trump nombrando un delegado para acompañar este proceso, quizás lo haga su secretario de Estado, Rex Tillerson, expresidente de la Exxon Mobil, pero esa posibilidad es muy… pero muy remota. El centro de gravedad de la política latinoamericana es México, los ojos están puestos sobre qué pasará con el muro y el Nafta.

Segundo, la agenda de Quito es rica en procedimiento y pobre en contenido. El ELN apela a la participación ciudadana, pide que se hable con el pueblo, un concepto que no deja de ser gaseoso, lo cual puede contribuir a sobredimensionar las expectativas. Cada quien tiene una idea y aspiraciones diferentes de la paz. Colombia tiene una demanda social represada que hoy es inasumible en su totalidad. Si se desbordan las expectativas va a ser muy difícil llegar a acuerdos. Pablo Beltrán afirma que no aspiran a una revolución por decreto, más vale entonces no disparar las expectativas. Se corre el riesgo de que haya mucho ruido y pocas nueces. Mucho tilín, tilín, y nada de paletas.

Tercero, exceso de fuegos artificiales en el plano internacional. No siempre más, es mejor. Tener seis países garantes (Ecuador, Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela) y cinco acompañantes (Alemania, Italia, Holanda, Suecia y Suiza), puede transmitirle a los elenos y a sus bases una percepción equivocada de su importancia política y de la significación internacional del conflicto, además de ser poco práctico, a efectos metodológicos, como lo ha advertido el jefe negociador del gobierno, Juan Camilo Restrepo.

Este esfuerzo de paz hay que acompañarlo y ayudarlo, y tratar de vacunar al ELN contra el síndrome de los gatos argentinos, que se miran en el espejo y se ven como leones. Lo principal es poner fin al conflicto armado y asegurar condiciones para la actividad política legal, para impulsar el cambio sin social sin necesidad de matarnos.

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