Las Farc, el viejo truco

Guillermo Pérez Flórez

Durante los últimos veinte años el recurso electoral más efectivo en Colombia para ganar elecciones han sido las Farc. Pastrana las utilizó para llegar la presidencia en 1998. Él haría la paz con ellas y, entonces, le mandó a Manuel Marulanda un relojito y a quien sería su Comisionado de paz, se tomaron una foto y … ¡Pastrana presidente! Pero la cosa no funcionó, y cuatro años después Álvaro Uribe las volvió a utilizar, pero esta vez, con la promesa de hacerles la guerra.

Por supuesto, ahí no paró la cosa. Uribe las golpeó, pero no las derrotó, y en 2006 dijo: “la culebra aún está viva”, y se hizo reelegir. Para esto, cambió la constitución a su amaño, como cualquier castro-chavista, utilizando el poder burocrático y sobornando congresistas, todo se justificaba porque había que derrotar a las Farc. Pero ahí tampoco terminó la historia. Juan Manuel Santos le prometió a Uribe que él le cuidaría sus tres huevitos y que continuaría la guerra contra las Farc. Y adivinen qué pasó, ¡pum! … ¡Santos presidente! Sin embargo, Santos pensó que lo mejor era hacer la paz, y a esto se dedicó, a pesar de la furia de Uribe. Así, llegamos a 2014 y nos tocó votar por Santos.

Estamos en 2018. En estos veinte años no han hecho nada diferente que hablarnos de las Farc. La cosa ha sido tan intensa que hasta las Farc se cansaron de estar en el centro del baile, cual muñeco de fiesta de locos, y que unos las halen para un lado y otros para el otro. Entendieron que, durante todos estos años, solo habían sido idiotas útiles de los políticos para ganar elecciones. En las dos décadas que tiene este sainete, el país ha avanzado muy poco en la superación de problemas estructurales. Solo basta con mirar el estado de la justicia, la salud y la educación. Para no hablar de las carreteras, ni de la corrupción que nos devora, ni de la cantidad de víctimas y de dinero que esto nos ha costado. A quienes sí les ha ido bien, es a los grupos económicos. Algunos son hoy diez, veinte y treinta veces más ricos que hace veinte años, así como ahora hay diez, veinte o treinta veces más gente pobre viviendo en condiciones de indignidad moralmente inaceptables.

Las Farc entregaron las armas, pidieron perdón y aceptaron el sistema. Sin embargo, los políticos que han vivido del cuento quieren que la fiesta continúe e impiden que las Farc salgan de escena. Por eso incitan a sus bases rabiosas a que las abucheen y amenacen, ahora que éstas hacen política sin armas. Echan sal en la herida, y dicen que muy merecido tienen el rechazo del que están siendo objeto. En realidad, es un truco de prestidigitación. Hacen como el mago, que levanta la mano izquierda para que todo el mundo se fije en ella, mientras que con la derecha nos sacan la billetera. Sí. El viejo truco funciona, pero por si acaso, y como son previsibles…ya están alistando un nuevo muñeco. ¡Qué pereza!

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