¿Cómo continuar?

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Hace algunos meses estuve dialogando con algunos campesinos de una de las regiones más golpeadas por la violencia en el país -Sur del Meta-. Como se acercaba la segunda vuelta presidencial, muchos de ellos ponían el tema sobre la mesa, y mostrando una marcada preferencia por el candidato opositor, argumentaban que no creían en la negociación con las Farc, según ellos, por la falta de interés que tendría la guerrilla en que el proceso culminara exitosamente.

Justamente ahora recuerdo ese episodio, porque aunque personalmente siempre he creído en el proceso, y he mantenido la fe en que pronto podamos pasar la página de la violencia y vivir en un país reconciliado y en paz, hoy me queda la duda si transitamos el camino correcto o si, por el contrario, estamos simplemente montados en un cumulo de ilusiones.

La verdad es que es incomprensible que después de tantos esfuerzos y supuestas promesas de paz, los colombianos no podamos ver hechos concretos en el marco de las negociaciones, y tengamos que ser testigos de cómo nuestro país está retrocediendo de una manera veloz hacia el estado en que se encontraba hace una década. Las acciones violentas de la insurgencia volvieron a ocupar casi a diario los titulares de los medios de comunicación: bloqueos de vías, asesinatos de indígenas, policías y soldados, atentados contra la infraestructura vial y energética, y lo último, el secuestro de un General de la República y sus acompañantes.

Por hechos como estos, la sociedad colombiana sigue teniendo serios reparos frente al proceso de paz, lo que no es ninguna buena noticia, mucho menos cuando se tiene pensado refrendar los acuerdos de La Habana en las urnas. En el último informe del Barómetro de las Américas para Colombia (Proyecto de opinión publica de Vanderbilt University y el Observatorio para la Democracia de la Universidad de los Andes), que fue publicado hace pocos días, se evidencia un retroceso en cuanto a la confianza de los colombianos en el proceso de paz, y las concesiones que aprobarían en caso de firmarse el cese del conflicto.

El porcentaje de colombianos que apoya el proceso de negociación de La Habana decreció y en consecuencia aumentó el de quienes no lo apoyan. La gran mayoría de los encuestados (más del 75%) cree que la posibilidad de una salida negociada es poco o nada posible, y casi la misma proporción (72%) considera nula la posibilidad de que se dé una desmovilización definitiva de las Farc. Los colombianos tampoco quieren la participación política de las Farc. El 70% de los encuestados desaprueba la formación de un partido político por parte de desmovilizados. El 65% se mostró en desacuerdo con que el Gobierno deba garantizar la participación política de las Farc, y, el 72% respondió que no se les debe entregar espacios de representación política a desmovilizados de esta guerrilla.

Con la oleada violenta de los últimos días, y el pulso débil del proceso de paz que se evidencia en las encuestas, no queda más que preguntarse si los esfuerzos que ha venido haciendo el Gobierno y el pueblo colombiano por negociar la paz con quienes aparentemente no tienen la voluntad de hacerlo, sea el camino que debamos recorrer. No obstante, lo peor que podría pasar sería que el proceso se derrumbara, sobre todo a estas alturas cuando ya se ha llegado a acuerdos sobre temas trascendentales para el futuro de Colombia. Pero entonces, ¿cómo continuar?

Credito
CESAR PICÓN

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