Personaje del año 2018: Mandato ciudadano contra la corrupción

Jaime Eduardo Reyes

Mañana es Navidad, época de compartir en familia, de recibir a Jesús en nuestro corazón, de agradecer a Dios por las bendiciones recibidas en este 2018. Y como es costumbre por esta fecha, se escoge el personaje del año.

Comentado esto me lanzo a decir que para mí el personaje del año es el mandato ciudadano contra la corrupción.

Para establecer la importancia del mandato ciudadano hay que comprender que el flagelo de la corrupción es más perverso que el desempleo, la desigualdad o la pobreza.

Leyendo sobre las consecuencias económicas de la corrupción en el libro “Las termitas del Estado”, Vito Tanzi, afirma que con la evidencia empírica disponible se logra establecer una relación negativa entre el nivel de desarrollo económico de un país y los índices de corrupción, además de una relación negativa entre esta y las tasas de crecimiento de la economía.

Apaciguado el conflicto armado con las Farc es evidente que resolver los problemas sociales se convierte en el propósito nacional y la corrupción incide de manera directa en perpetuarlos.

La corrupción está tan enquistada en nuestra sociedad que bajo el criterio de sus justas proporciones se ha instituido para muchos dirigentes como un antivalor que pasa de agache y es normal acudir a ella para escalar económicamente. Por eso, los resultados de la consulta contra la corrupción son muy importantes en el camino de eliminar este flagelo en nuestra sociedad.

Si alguien necesitaba un mandato para luchar contra la corrupción ya lo tiene, prevenir la ocurrencia de casos de corrupción es un imperativo moral para todos nosotros, prevenir todos los tipos -corrupción en el Estado, corrupción política, corrupción en el sector privado y corrupción en el sector no-gubernamental- el gran reto.

Ahora bien, se deben establecer en el ADN de nuestra sociedad unos principios fundamentales: Cero tolerancia a la corrupción por parte de los gobiernos de turno, enfatizando la importancia del ejemplo; implementar mecanismos efectivos de transparencia referido al acceso de información de compras, licitaciones, concursos y designación de funcionarios públicos; normas adecuadas de gobierno corporativo en el sector público y el sector privado; salarios adecuados para los funcionarios del Estado y reforzamiento de códigos de ética en el sector público y privado; existencia de una prensa libre, informada e independiente con capacidad de investigación y denuncia responsable; existencia de organizaciones no-gubernamentales con capacidad de investigación y denuncia responsable; y funcionamiento adecuado de las instancias administrativas y judiciales para sancionar comportamientos inadecuados en el uso de activos del Estado e información privilegiada.

Declarar este mandato de millones de colombianos como el personaje del año nos pone en la ruta de asumir un compromiso personal y colectivo contra un enemigo común que nos hace mucho daño, oponernos a comportamientos corruptos es una obligación ética, si se quiere un mandamiento religioso.

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