De la dificultad y el intento

Jaime Eduardo Reyes

¿Por qué los seres humanos aun en contra de las probabilidades seguimos intentando hacer algo? Me explico. Un deportista se prepara para un torneo, compite y no gana, y aun así, vuelve y lo intenta hasta que mejora su récord o alcanza la medalla. Un científico, realiza un experimento, falla, y lo intenta muchas veces más hasta que lo logra. Un escritor o un artista, prepara una obra muchas veces hasta que alcanza aquella que es inolvidable. Un político no consigue ganar una elección y al no lograrlo lo intenta y vuelve y lo intenta hasta triunfar.

Tal vez se podría afirmar que debe existir en cada uno de nosotros un gen que nos dispone a buscar esa condición, claro en algunos el gen es mucho más fuerte que en otros. De otro lado puede ser el espíritu. En fin, ahora no podría argumentar mucho más allá de estas consideraciones. Pero intento hacerlo porque en mi caso no estoy dispuesto a dejar de lado lo que considero correcto para la sociedad por causa de los traspié que yo pueda vivir.

Creo que nuestra sociedad necesita un rumbo en donde los valores de la honestidad, la transparencia, la confianza, estén presentes en los ámbitos de nuestra vida y en particular en el de la política. Me aparto de la posibilidad de dejar que las cosas sigan por un camino asfaltado en antivalores. La corrupción, el todo vale, el fin justifica los medios, antivalores propios de la política, a mi juicio, deben ser combatidos sin importar las dificultades.

Estos días después de conocer que no podré ser candidato a la Alcaldía de Ibagué recordé un ensayo que he leído varias veces y que en ocasiones me recuerda que para alcanzar la victoria deportiva, el premio científico, el reconocimiento del lector, o el triunfo político se necesita mucho más que talento o reconocimiento.

Estanislao Zuleta, en su ensayo ‘Elogio de la dificultad’ recrea muy bien, lo difícil que es conseguir las cosas. En esta ocasión, leyéndolo encontré un párrafo que me recordó lo que debo hacer.

“Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que de todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. Lo difícil, pero también lo esencial es valorar positivamente el respeto y la diferencia, no como un mal menor y un hecho inevitable, sino como lo que enriquece la vida e impulsa la creación y el pensamiento, como aquella sin lo cual una imaginaria comunidad de justos cantaría el eterno hosanna del aburrimiento satisfecho”.

A quienes me preguntan ¿y ahora?, les digo, la voluntad está intacta, el pasado es historia, y el anhelo de un futuro mejor es más fuerte que la pasajeras derrotas. Ya sea por el gen o por el espíritu, tal vez por los dos, seguiremos intentándolo, seguiremos luchando por mejorar las condiciones de nuestra sociedad.

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