A multiplicar los talentos

Jaime Eduardo Reyes

Existe una parábola que siempre me ha llamado la atención, se le conoce como la de los talentos, y me gusta citarla en el marco de mis conferencias sobre gerencia y gestión.

En ella, un señor feudal le entrega a tres siervos un número de talentos dependiendo de sus capacidades con el fin de que los multipliquen, tiempo después, dicho señor reúne a sus siervos con el fin de cuadrar cuentas. Los dos primeros multiplicaron por dos lo que se les había entregado, recibiendo de nuevo la confianza y una cantidad superior de talentos. Con el tercero ocurrió que no fue capaz de multiplicarlos y los devolvió tal y como se los habían dado, perdiendo la confianza que le tenía su señor y de paso su trabajo. 

 La enseñanza, en el marco del cristianismo es sencilla: Dios confía sus dones o talentos a los hombres con la obligación de que los desarrollen, espera una respuesta positiva por parte de cada hombre, y critica la inactividad o la simple omisión consciente, en hacer rendir los talentos recibidos. 

Esta parábola se puede usar en todos los campos de la vida humana, pero mucho más en el campo de la gerencia pública. Pensemos en la siguiente analogía, el señor feudal es el pueblo elector –que espera cosechar donde no ha sembrado-, el siervo es un gobernante, y los talentos son el presupuesto público y el recurso humano que se paga con los impuestos de los hogares y empresarios.

 Lo que espera el pueblo del gobernante es que multiplique los recursos que le confió en las elecciones. Si este lo hace, es un buen gobernante, al que se le revalidará la confianza. Por eso, el llamado que le hace el pueblo al gobernante es a que gestione recursos, no solamente administrarlos, inclusive, no alcanza con gerenciarlos.

Así las cosas, un campo en donde se nota de manera muy especial la necesidad de gestionar es el sector público, allí por lo general las necesidades desbordan los recursos disponibles. Gestionar tiene que ver con innovar, con crear oportunidades, con apelar a la creatividad. Gestionar implica soñar, ponerse metas que al principio pueden ser impensables, si se quiere inalcanzables. Gestionar es rechazar la posibilidad del fracaso por inactividad u omisión.

Para concluir, lo que espera el pueblo de un buen gobernante es que gestione, si lo hace multiplicará la confianza que le han dado, y como en la parábola, se le pondrá al frente de mucho. Pero si no lo hace, si no gestiona y se dedica sólo a administrar, o en el peor de los casos a gastar los pocos recursos, la respuesta del pueblo será negativa y perderá la confianza que le fue dada. Dentro de muy pocos meses sabremos dónde clasificar a nuestros gobernantes.

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