El valor de los programas de desarrollo y paz

Colombia ha sido un país que históricamente ha vivido un conflicto armado. En las últimas décadas la guerra ha sido el producto de la confrontación de diversos actores irregulares y la fuerza pública en los territorios, con una afectación enorme sobre las comunidades y organizaciones que ven cómo los grupos armados imponen sus normas, violando los derechos humanos y produciendo grandes desplazamientos.

Contra el hambre

Visitando una plaza de mercado en Ibagué conversé con una señora, entrada en años, que vendía productos agrícolas en su puesto de comercialización. Se quejaba de las ventas y decía que “en nuestro país deberíamos sufrir de cualquier cosa, menos de hambre”. Me mostraba la gran cantidad de productos que llegaban a la plaza los martes y los jueves para abastecer la demanda de alimentos de los ibaguereños. “Es demasiada la variedad y cantidad de productos que llega para satisfacer las necesidades de la gente”, remató diciendo mientras se retiraba a atender una cliente que se acercó a preguntar por algo.

Desconfianza

Si la realidad coincidiera con la apariencia, la ciencia no fuera necesaria, manifestaba un teórico social que murió van a ser 138 años. Y es que cuando uno se pone a leer y escuchar las divergencias que han surgido hace varios años entre los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en su defensa por las cifras de violaciones a los derechos humanos, asesinatos de líderes y masacres, los números no cuadran y eso genera una gran desconfianza con respecto a las voces oficiales.

¿Será que nos estamos lavando por algo?

Eran casi las diez de la mañana y en medio de un aguacero bíblico llegaron con una sonrisa al encuentro programado con la Red Incide del municipio del Líbano y Tolipaz. Algunas habían llegado un poco antes y se guarecían de la lluvia en la entrada de un hotel justo al lado del sitio de la reunión. A pesar del agua, de las distancias, de sus responsabilidades familiares y por supuesto de la amenaza que supone la pandemia, habían decidido juntarse con todas las medidas de bioseguridad para seguir el proceso social en el que vienen participando.

Desigualdades

“Es mejor ser rico que pobre” decía nuestro insigne excampeón mundial de boxeo Kid Pambelé. No es lo mismo ser de “buena familia” que un ilustre desconocido. Sucede en cada caso que uno observa. Las ayudas en la pandemia por ejemplo, fueron para el poderoso sector financiero y no para los informales o las pequeñas y medianas empresas.

Clivajes de la paz

El empeño por consolidar la paz en Colombia es el sueño de la gran mayoría de los colombianos. Desde los territorios que son afectados por la reactivación de la violencia se espera que este anhelo se vaya consolidando y que logremos superar las dificultades que hoy se presentan. Si uno escucha las voces de las personas, líderes y lideresas de esas zonas azotadas por el reciclaje de la confrontación armada, permanentemente exigen al gobierno que garantice la seguridad y especialmente el derecho a la vida que se encuentra seriamente amenazado.

Reconciliémonos

Nuestra sociedad está enferma de odio y la pugnacidad ha llegado a extremos impensables. El mecanismo para resolver cualquier tipo de conflictos sigue siendo la violencia, dirigida a eliminar físicamente al contradictor por cualquier diferencia así esta sea una nimiedad. Colombia es un país que se desliza al abismo de una violencia sin fin.

Cartas a Antonia

Desde la llegada de la pandemia a nuestro país en el mes de marzo de 2020, cuando se ordenó el confinamiento total de todos nosotros, la sensación de incertidumbre y desasosiego fue mayúscula. Nuevas maneras tuvieron que desarrollarse para realizar el trabajo, las que implicaron un cambio sustantivo.

Año nuevo ¿vida nueva?

El año que recién despunta luego de estas extrañas festividades navideñas se insinúa complejo y cruzado de enormes incertidumbres. Pasada la fiesta de la natividad donde tratamos de pensar positivamente y dejarnos llevar por un sentimiento esperanzador, se nos viene encima la dura realidad que afrontamos en nuestra región y en el país.

El gran Junior Candangas

La llegada al consultorio del veterinario causó revuelo y asombro. Lo que hacía notoria la visita de este paciente no era lo excelso de su pedigree, ni la belleza de su figura, sino lo avanzado de su edad. Era mi perro, un dóberman-pincher que va a cumplir 21 años de estar acompañando la vida de mi familia. Un miembro más de ella que ha estado presente en los momentos más importantes y que ha compartido con nosotros muchas experiencias cotidianas y no pocos viajes, en dónde se suele poner alerta para ser el primer convidado y nunca el ausente de una nueva aventura.