¡Este primero de mayo, todos a la calle!

Rodrigo López Oviedo

Una de las mayores fortalezas que ha demostrado tener Gustavo Petro en su ya prolongada trayectoria política ha sido la de acompañar sus afirmaciones con argumentos de tanta solidez que finalmente termina siendo inútil todo esfuerzo de parte de sus contrarios por rebatirlas.
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En la presente coyuntura, algunos de esos opositores, los menos radicales, los que prefieren al menos salvar el sombrero en medio de la catástrofe que los ahoga, han optado por unírsele, aunque, por lo que estamos viendo, de manera limitada y provisional, a la espera de que se aquieten las aguas para reorientarlas hacia el cauce de sus conveniencias.

Gustavo Petro les ha aceptado esa unidad, que él mismo ha buscado, pues no de otra forma puede garantizarse el mínimo de gobernabilidad necesario para sacar adelante su programa de gobierno. Sin embargo, sabe de la fragilidad de lo que ha conseguido, y por eso está llamando al pueblo a hacer suyo el proceso de transformaciones que pretende desarrollar, pues, como bien lo reconoció en un reciente discurso, el cambio social se protocoliza con el pueblo y en las calles; “no en los fríos salones del Palacio de Nariño”.

Esto lógicamente no es del gusto de quienes quisieran un statu quo mayormente estable, armonizado con sus intereses, y eso, suponen, conjuga más armónicamente con un funcionamiento más socegado de la institucionalidad, según lo han podido evidenciar a través de años y años en los que no ha pasado nada que no les sea de buen recibo. Hoy, cuando Petro pretende que sí pase, ponen el grito en el cielo, arguyendo que deben respetarse las funciones de cada órgano del poder público y limitar a solo estos toda iniciativa de cambio, y no mediante el pueblo en las calles, asumiendo de manera práctica y directa el ejercicio de la democracia y señalando como constituyente primario las orientaciones que deben dársele al país.

De allí que la invitación de Petro debamos recibirla con toda su significación política. Las castas dominantes deben saber que hoy tenemos en la presidencia de la República a un auténtico conductor popular que reconoce en las masas su papel de hacedor de la historia, razón por la cual las llama a aprovechar la parcela institucional que el representa para conjuntamente diseñar y desarrollar el país conforme a sus preferencias.

Este próximo primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, los colombianos tendremos la ocasión de decirle a Gustavo Petro que le estamos entendiendo y que estamos con él, que es tanto como estar con nosotros mismos. Hagamos de esta celebración una masiva evidencia de ello. ¡Todos a la calle!


 

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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