Mande Iván, tome el control Duque

Nelson Germán Sánchez

Creo que el mayor reto político y de gobierno que asumirá el nuevo presidente Iván Duque desde mañana, será precisamente ser eso, el Presidente de los colombianos. Tomar las riendas del Estado, ejercer como comandante en jefe de las fuerzas armadas, direccionar las relaciones internacionales del país, no dejar hacer agua la economía, velar por la seguridad interna y aminorar la violencia (tal altamente deteriora en los últimos meses), trabajar por mejorar la infraestructura competitiva del país y las condiciones de vida y posibilidades de mejores ingresos para millones de compatriotas.

Que sea él quien dé las directrices una vez haya sopesado las variables, los riesgos, los recursos con que cuenta y las incidencias de esas decisiones. Lo peor que le puede pasar comenzando es que el país político y el país real se den cuenta de que para mover un papel, estampar una firma o algo más, deba consultarle o tratar de congraciarse con el expresidente Uribe. No hay nada que disguste más al ciudadano colombiano de hoy que el servilismo, por el servilismo.

Es menester que actúe con el menor cálculo político frente a si le conviene o no a Uribe X o Y decisión, si José Obdulio se despeina, Paloma se despluma o María Fernanda se mantiene fuera de sus cabales, debido a ello.

Se necesita que cometa sus propios errores, desaciertos o corrija por él mismo, porque está en el peor de los mundos. La oposición esperando que actúe como muñeco de ventrílocuo para decir: “lo advertimos”; los incrédulos esperando constatar que no tenía el temple, las agallas ni la experiencia para exclamar lo mismo; y los uribistas purasangre (forma peyorativa de llamar a alguien como si fuese un caballo o un animal) que les consulten hasta el color de la corbata que se pondrá, porque sino lo hace lo llamarían “traidor”.

Que sea capaz de entender y percibir que ni la gente ni las instituciones quieren volver a estas alturas a la Seguridad Democrática o el cuento de los tres huevitos ya fritos; pero claro, por su puesto, tampoco a la época de guerrilla y paras haciendo bestialidades a diestra y siniestra en el territorio nacional y presencia permanente en las carreteras.

Lo que hay que pedirle al nuevo presidente Duque es cabeza fría, los pies en la tierra, oídos sordos a los áulicos, a los cantos de sirena y mucha determinación temple y carácter en sus primeras decisiones al frente de la Casa de Nariño.

Para él, así no se reconozca en público, es una especie de suerte que el ex presidente Uribe esté bastante entretenido teniendo que dar explicaciones a la Corte Suprema de Justicia por los últimos acontecimientos, deba poner cuidado a los otros 200 y tantos procesos e investigaciones que cursan en su contra y que la JEP comenzó a operar, y que seguramente lo llamará en cualquier momento a que cuente parte de su historia por los ocho años de mandato con el proceso de paz o sometimiento adelantado con los paramilitares.

Que más bien, Duque nos explique el accionar de su Gobierno frente a todo eso de la economía Naranja y cómo funcionará, la equidad que ha propuesto y el cómo enfrentará la creciente inseguridad ciudadana, el accionar malévolo no solo de guerrilla, reductos y delincuencia común, sino de grupos de narcotraficantes y mafiosos que se están tomando territorios enteros con el apoyo del cartel o los carteles mexicanos. Si se descuida ese problema se puede salir de control.

Así que mande Duque, tome el control Iván, desde mañana. No creo que haya un solo colombiano, a menos que esté enfermo de mente y alma, que desee que a usted le vaya mal, porque sería irnos mal a todos. Como dicen por ahí, cómo desear que al piloto del avión donde vamos todos, le dé un infarto y se caiga el vuelo.

–Gersan-

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