Pensadores y activistas políticos

Por su honda pertinencia social, la honestidad es sin duda el valor intrínseco más preciado en política, pero irónicamente el más escaso y por ello en el imaginario popular los políticos y la política hoy son patético icono del deshonor. Ahora, desde la idea aristotélica que define al “hombre como animal político” por vivir sociedades organizadas políticamente y de cuyos asuntos opina y muchas veces participa, animado por el sueño de alcanzar el bien común y la felicidad de los ciudadanos, vemos que la honestidad no solo concierne al debido uso de los recursos naturales o monetarios sino también, y esto es crucial, a la honradez mental, virtud asimismo escasa a juzgar por la ligereza, la necedad y el arrebato ególatra y pasional con que se actúa en los distintos momentos políticos nacionales y regionales.

De pobrezas y utopías

Que el Tolima es región pobre es concepto relativo que debe ser escrutado para que, como generalidad, no siga usándose como argumento para hacer simple demagogia en el ajetreo electoral y otras ocasiones de la cotidianidad social y económica de la región.

Un pacto con el pacto

Aún no comprendo bien por qué, en política, se da un raro contubernio o insana convivencia entre la renuencia y la anuencia, es decir, por qué, a toda hora, en cada tertulia y de manera casi unánime, se oyen quejas, protestas, insatisfacciones, denuncias y hasta chistes crueles, contra esa clase política inepta, egocéntrica y de dudosa ética, que hizo, hace y permite que el Tolima sea territorio en regresión y sin esperanza y que luego, una vez surgen candidatos, aflore un tsunami de alabanzas, de méritos sofísticos y, claro está, que pulule el sambenito de que tal o cual candidato es el predestinado. Es como un patético ruedo de gallos capones que nos hace caer en el minúsculo politiqueo para que olvidemos que el destino promisorio del Tolima solo es posible con una política escrita con mayúscula para que sea constructiva, propositiva, incluyente, educativa, restauradora y ética.

Ideas fuerza

A problema complejo solución compleja, esta es la lógica que debe guiar el análisis de los problemas socioeconómicos que padece el Tolima y que el interés electorero o la política mediocre encuadra como un mal municipal, evitando así que la problemática se prescriba como enfermedad sistémica que sufre todo el territorio y que, como tal, debe ser tratada.

Vísperas de nada

He considerado que en este primer artículo del 2023 podría plantear un interrogante acerca de un asunto crucial que siempre me llamó especial atención, pues si bien pululan alusiones sobre la cuestión, especialmente en tiempo electoral como el que viviremos en este año, lo cierto es que jamás acepté que esas alusiones aclararan mi viejo interrogante. Se trata de saber si a lo largo de la historia contemporánea, hablo del presente y de seis u ocho lustros atrás, los líderes del Tolima (sociales, políticos y económicos) realmente tuvieron y tienen interés sincero, consciente y digamos que visceral, en el desarrollo tolimense o si el vocablo desarrollo ha sido y es comodín para rehuir críticas sobre el atraso. Cómo la única respuesta admisible son las acciones y sus resultados y no la palabra vana, la pregunta es oportuna.

El tiempo vuela…

El 2023 llegó y es hora del adiós al 2022, que para unos fue generoso y cicatero para otros. Vivimos días henchidos de propósitos y esperanzas que cada quien, abierta o íntimamente, desea para sí, para los suyos, para los cercanos y algunas veces para todos. Alguien expresó, “la mala noticia es que el tiempo vuela y la buena noticia es que eres el piloto”, axioma que ahora, cuando sincera y mutuamente nos deseamos feliz y próspero año, nos recuerda que tenemos poder para pilotar los tiempos y que, por tanto, sin descreer de la veleidosa suerte, debemos recordar aquel viejo y asertivo refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando”.

Otro globito al aire

Por esta época de balances personales y sociales del año que acaba y de sueños y propósitos para el próximo, coinciden dos informes aislados de programas que deberían sincronizarse, pues uno, “Ibagué Cómo Vamos”, se ocupa del examen retrospectivo o del pasado y el otro, la “Visión Tolima”, se ocupa de la formulación prospectiva con enfoque al año 2050.

TERRITORIO ATRASADO PERO CULTO

Todo lo bueno que sucede en el Tolima siempre será excepción mientras no dobleguemos los funestos índices socioeconómicos y el deterioro en la convivencia social que diariamente vemos y sufrimos en la ciudad y el campo, una creciente y patente realidad definible con un vocablo: atraso. Así parezca, el futuro tolimense no está siendo pensado sistemática, sólida y totalmente, pues no existe una intelectualidad comprometida u orgánica trabajando en equipo para trazar los derroteros de su desarrollo y ello enreda, pues la excesiva casuística aireada en medios y auditorios sugiere una prolija dinámica intelectual que, aunque docta, no es pertinente y ello puede incubar la dura ironía de que el nuestro acabe siendo territorio atrasado pero culto o muy rico con una población cada vez más pobre, porque la inteligencia estéril juzga,, eso creo, que el enfoque alternativo de región es porfía provinciana y utópica.

Comienzos y desenlaces

Según nota de END, 415 acciones transformadoras y 246 situaciones de cambio afloraron en los diálogos regionales vinculantes, versión Tolima, acontecido el 2 de diciembre en Ibagué. Igual se registra el compromiso formal de la señora Ministra de Trabajo: “vamos a impulsar el empleo en Ibagué, pero sin precarización laboral”.

Popurrí de perlas

De creencias erradas y embaucadores nacen los malos hábitos y estos, de tanto practicarlos sin sopesarse en el juicio crítico, acaban siendo estereotipos aconsejables y por lo mismo se reproducen convertidos en respetado y hasta elogiado proceder.