Tardíamente leo en El Universal, de Cartagena, la noticia sobre el intento de suicidio de Óscar Domínguez. El doble que intentó apagar su propia luz vive en Sincelejo.
El cerco se estrecha. Los golpes son cada vez más bajos. Nos están arrinconando, discriminando. Todo porque somos fieles a unos principios y nos negamos a aprender a cocinar.
Como en Colombia “habemus” reinas a toda hora, es bueno mantener entre la manga algún discurso para coronar a alguna de ellas. El siguiente es el discurso que habría pronunciado si me hubieran invitado a coronar a la nueva Miss Colombia, Daniella Margarita Álvarez Vásquez, del Atlántico:
Somos siete mil millones de habitantes, dato Naciones Unidas. Suelo preguntarles a algunos de esos prójimos cómo fue su primer contacto con la vida. También busco respuestas en viejas revistas.
Boris de Greiff (Medellín 1930) acaba de enrocar largo. Su calidad y calidez humanas no volverán a mover las piezas del juego que amó. No quiso homenajes. Cremación en el barrio de los acostados y vámonos.
Imposible ser imparcial a la hora de hablar de la empresa que durante 20 años me pagó por hacer lo que más me gusta y lo único que sé medio hacer: noticias. Mercenario de la pluma, ofrecí a cambio mano de obra calificada. Y barata. Estamos en paz.
A estos dos íconos femeninos que nacieron hace 77 años, los trajo la cigüeña con ocho días de diferencia. Primero aterrizó Sofía. Todo ocurrió en septiembre, un mes que deshoja las últimas margaritas de días.
No asistiré el 5 de octubre en Sevilla a la boda de la aristócrata española Cayetana de Alba, 85 años y 3.500 millones de euros, contra Alfonso Díez, 24 años más tierno y dueño de un apartamento de 94 metros. Ese día estoy invitado a algo más sexy: la corrida de un catre.