¿Una segunda violencia política?

Con su frase de “no se puede ser más provocativamente ignorante”, el intelectual Fernando Savater dio en el blanco frente a lo que muchos colombianos pensamos en estos momentos sobre la situación política nacional, que puede conducirnos a más ríos de sangre gestados desde la hilaridad política fomentada por la oposición y el propio presidente Petro.

¿Y de la lista de los 200 muertos qué?

Como siempre en el país del Sagrado Corazón nos quedamos en lo más fácil, rimbombante y no en la esencia e importante de los asuntos. Toda una polémica artificial se ha generado alrededor del supuesto choque de poderes entre el presidente Gustavo Petro y el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, frente a si el primero como Jefe de Estado es o no superior jerárquico del segundo. 

Democracias asediadas

Aunque el título podría sonar un poco fuerte, creo que recoge muy bien una preocupación latente entre ciertos organismos, agremiaciones y asociaciones de la sociedad civil en Colombia y América Latina que ven como las democracias son asediadas.

El Positivismo Tóxico

Desde hace varios años me he interesado y adentrado investigativamente en lo que se conoce como la Infoxicación, es decir, una saturación de información recibida especialmente con la sobreexposición al fenómeno de las redes sociales y de lo virtual dado el acceso al Internet. De los muchos fenómenos, anomalías y daños que está generando la misma en los seres humanos ahora se empieza a conocerse del Positivismo Tóxico, el cual se expande sin control dado los contenidos de las plataformas en redes sociales. Actualmente solo se quiere mostrar allí una vida fantástica, nunca triste, solo el sonreír, nada de negativismo.

El poder de las pequeñas acciones

En una ciudad carcomida por el desorden, el caos, la corrupción, la suciedad, el mobiliario urbano desvencijado, colapsada en lo vial, la politiquería y delincuencia de las calles y de la administración pública, donde la justicia formal de vericuetos es generosa para no castigar a delincuentes y mandatarios, es a veces difícil pensar en las cosas buenas, bonitas y en cómo se podría transformar, generar una buena convivencia, una ciudadanía empoderada de su entorno, más orgullosa de su terruño y con sentido de pertenencia sobre lo que es y significa vivir en Ibagué para apostar en positivo y con inversiones por ella.

El de Assange, caso excepcional de estudio

En las próximas semanas o meses tendremos noticias casi definitivas de si el programador y periodista Julián Assange, tendrá que pasar el resto de su vida en una prisión norteamericana acusado de espionaje, terrorismo y 16 delitos más, por haberse atrevido a develar al mundo, a través de su portal Wikileaks, unas verdades incómodas sobre la relación de corrupción y gobiernos poderosos del mundo, violaciones a los derechos humanos y espionaje de naciones como  lo hace Estados Unidos a otros países. Sin duda, el proyecto impulsado por Assange permitió develar los entramados e intereses del poder cuyas decisiones se toman desde las esferas oficiales y sus socios corporativos en beneficio propio y en contra del interés mundial general. 

Lo del Ruiz, sin alarmismos y sin secretismos

Dice el adagio popular que seguro mató a confianza. Y creo que es exactamente lo que debemos tener presente los tolimenses y habitantes de los departamentos que podrían verse afectados por una posible erupción del Nevado del Ruiz. 

“Que terminal tan fea, ma”

De pura casualidad y de esas intromisiones de escucha que se hace de las conversaciones de otros mientras se está haciendo fila, mi hija escuchó una conversación entre madre e hija, quienes igual que ella, estaban esperando para ser atendidas en una de las ventanillas de las empresas de transporte intermunicipal.

De malas

No nos digamos mentiras ni nos llamemos a engaños, para conservar “modales sociales” y sentirnos bien educados o superiores frente a los demás, para guardar composturas por frenar la lengua

De bloqueos y otros demonios

Peticiones, inconformidades, reclamos, protestas y bloqueos viales son hoy el pan de cada día en Colombia, un fenómeno social que parece estar volviéndose parte del ADN nacional y que brotó con fuerza más allá de la consabida protesta social o el estallido social que vivimos y vimos nacer en 2109 y extenderse en 2021 y 2022; pero que tal parece, se quedó como parte de la expresión de los ciudadanos, como una manera para tratar de reivindicar derechos y libertades, de hacerse escuchar y ser visibles.