Superar la crisis

Jaime Eduardo Reyes

Los analistas del mundo de la política afirman que la salida del gerente de la Federación de Cafetero Luis Genaro Muñoz fue el costo que pago el establecimiento para evitar un nuevo paro cafetero en el país. La afirmación tiene cierta lógica y muchos están de acuerdo con ella. Sin embargo, dicha situación pareciera ser solo el primer paso para una gran transformación de la empresa cafetera en Colombia.

La misión cafetera, aquella que fue fuertemente criticada por la Federación afirma que esta es un exportador ineficiente que utiliza su poder oligopólico para fijar un precio bajo de compra de café. Este es un hecho que se comprueba fácilmente durante estos días de cosecha en el Tolima, los cafeteros del departamento han visto cómo el precio pagado por carga es muy bajo y han oído que la respuesta de la dirigencia a dicha situación es la solicitud de reactivar el PIC.

Con respecto a esta solicitud ya se sabe que hay un trabajo muy serio de Roberto Steiner que muestra que el 10 por ciento de los cafeteros (ricos) recibieron el 60 por ciento del PIC. En otras palabras, el 90 por ciento de los cafeteros (pobres) recibieron solo el 40 por ciento. Estas cifras muestran porqué Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo.

La división interna del gremio da cuenta que existe un grado de consciencia al interior del mismo del problema que se está viviendo. De otro lado, Dignidad Cafetera ha advertido las fallas de la Federación y también ha propuesto una gran modificación de la institucionalidad cafetera. Así las cosas, el futuro de la Federación Nacional de Cafeteros no es muy claro.

A nivel regional ya se habla sobre avanzar en ciertas tareas para apoyar las 54 mil familias cafeteras del departamento.

El cafetero debe poder decidir qué hacer con su café, en qué mercado ofrecerlo y conseguir así un precio con el que esté satisfecho; obviamente esto obligaría al Comité departamental a reflexionar sobre el modelo de negocio usado hasta el momento. Los cafeteros deben mejorar su productividad, aumentar su competitividad y exportar conscientes de la realidad de los mercados.

El Estado debe diseñar e implementar la política económica, revisar su participación y rol según el contrato cafetero. El Gobierno tiene el deber de atender el mundo rural cafetero en su integridad, combatir la pobreza en las zonas cafeteras, arreglar las carreteras y construir escuelas.

Es evidente que es necesario fortalecer a Cenicafé, rediseñar el Servicio de Extensión rural cafetera y crear cadenas productivas y alianzas con el fin de promover los cafés de Colombia en el exterior.

Los ojos de Colombia están sobre lo que pasara en el mundo cafetero, ojalá que los encargados de liderar el sector tomen las decisiones correctas y de esa forma recobren para el país la fortaleza de uno de los sectores más emblemáticos e importantes de la Nación.

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