Al ritmo que se van conociendo los hallazgos de la Fiscalía y de las declaraciones del Zar Anticorrupción y hasta del ministro de Defensa (?), muy seguramente habrá profusión de folios y la compulsa de copias se multiplicará.

Como si hiciera falta, lo ocurrido con los recursos empleados en el Estadio entra en la interminable lista de desaguisados cometidos y, seguramente, añadirá otra docena de nombres a la ya larga relación de abusadores comprometidos en la debacle.

Por supuesto, quienes saben del tema son quienes conocen la complejidad local y regional y no, como ocurre a menudo, unos burócratas que suponen que al norte de Usaquén y al sur de Soacha es la mar ignota y planifican y pontifican desde sus escritorios en la Sabana de Bogotá con la correspondiente posibilidad de error y despilfarro.

Llama la atención el delegado de las Naciones Unidas sobre el muy particular caso de Córdoba, en donde el despojo fue realizado en contubernio del que participaron el Fondo Ganadero, sus funcionarios y asociados; notarios de la región y hacendados y empresarios unidos con las bandas paramilitares y que ahora se presentan como si hubieran ocurrido en medio de la buena fe de los adquirientes.

De otro lado y en otras sociedades, ante tan desapacibles acciones con tan negativas repercusiones y perjuicios en materia grave para la ciudad y sus habitantes se produce una sanción social que aquí está en mora de registrarse.

El evento que se convirtió en la masacre más grande protagonizada por un pistolero, con lo espantosa que parece, es apenas una entre las 179 que se han presentado a lo largo de 2016 en Estados Unidos.

Desde ahora debe quedar claro que lo que ha de llevarse a cabo en el proceso posterior al acuerdo debe diferenciarse de los planes de desarrollo de este y posteriores gobiernos, pues tendrá que ver con asuntos específicos de distintas regiones y con una muy particular población.

En resumen, el asunto estaba cantado y no quisieron reflexionar. Como dice el refrán: “El que come tierra carga su terrón”. Sin duda vendrán más acciones y más detenciones. Quedamos a la espera.

Ya era tiempo de que el Imdri se pronunciara contra esa panda de ineptos e incapaces. Y, ahora, que ya tomó aliento el Instituto, puede continuar contra quienes tuvieron a su cargo las obras del Parque Deportivo o, si le queda más cerca, al estadio Murillo Toro, donde encontrará más de una sorpresa y otro dolor de cabeza para los intereses del municipio y sus habitantes.

Es la primera vez que Colombia invoca la urgencia humanitaria y ya se levantan las voces que señalan la inequidad manifiesta en el hecho de que en el país valga un medicamento diez veces de lo que cuesta en Europa. Seguramente han de presentarse nuevos enfrentamientos y el Gobierno no debe amilanarse ante las amenazas de los monopolios.