Dice el lector José Mora Vidal en correo reciente: “Vivo en Ibagué y con mucha extrañeza observo la invasión permanente del espacio público en toda la ciudad pero ante todo en la carrera Quinta entre calles 25 y 44 (frente al repartidor de tránsito que permite el ingreso al hermoso barrio de Piedrapintada Alta).
Terminaba la columna de la semana pasada con esta frase: Bueno que sigan reparando las vías. Pero, con anticipación, programen las actividades de las obras pensando en los ciudadanos primero, en el clima después, y en las necesidades del trabajo, de último.
No se entienden las políticas de manejo de las obras públicas. Muy bueno que en Ibagué se están reparando, ¡al fin! algunas vías principales que estaban deshechas.
Ibagué, en su zona urbana, le ha dado la espalda a la cantidad inmensa de vías de agua que la atraviesan, comenzando por los ríos Chipalo y Combeima, más o menos de occidente a oriente, y siguiendo con las quebradas mayores que vienen de la montaña del norte hacia el Chipalo y de los lados del sur hacia el Combeima.