En nuestro país en este momento la democracia corre peligro, no tanto por los excesos del Ejecutivo o la corrupción del Congreso, cuanto por la pretensión de las Cortes de erigirse en un superpoder.
Colombia podría convertirse en un paraíso turístico si potenciamos al menos algunos enclaves como nuestras maravillosas costas, con vías de comunicación e instalaciones de primer orden.