Recordarán los lectores que desde este espacio nos sumamos a las voces que pedían la renuncia del embajador Carlos Urrutia por el bien del país. Era necesario que se fuera y pudiera ejercer su defensa sin comprometer los intereses nacionales.

En pocos días terminará la vacancia judicial. Sabremos si además de los 65 mil millones de pesos y las 168 mil audiencias canceladas en 60 días hábiles, los colombianos tendremos que soportar perdidas aún mayores como consecuencia de un paro cuyas causas –dicen los jueces– aún no se han resuelto por completo.

Con la renuncia del embajador en Estados Unidos, Gabriel Silva, ha comenzado a tomar fuerza el nombre de Carlos Urrutia, socio de la prestigiosa oficina de abogados Brigard y Urrutia, pero esencialmente íntimo amigo del presidente Santos, una condición que parece sine qua non para ser Embajador por estos días.