Los colombianos merecemos la paz sin chantajes

Mi generación recibió como canciones de cuna el traqueteó de los fusiles en los campos; como rondas infantiles, el llanto de las madres y las viudas recorriendo los caminos de la incertidumbre; como imágenes imborrables, el chasquido del fuego incendiando las madrugadas en las fincas vecinas y como primera visión del día, la larga fila de los desplazados con sus bártulos al hombro.