¡Piratas al acecho!

Uno de los principales desafíos del Gobierno entrante es acabar con la corrupción. A ésta hay que pararla ya, so pena de que se trague el brote verde de esperanza generado tras las elecciones. De no hacerlo, el Acuerdo Nacional que promueve Petro corre el riesgo de fracasar, por la llegada de piratas dispuestos a asaltar el barco.

La gran lección española

El general Francisco Franco gobernó España durante casi 40 años luego de hacerse con el poder al finalizar la guerra civil (1936-39), en la cual perdieron la vida más de medio millón de españoles. A su muerte, el país entró en una etapa de incertidumbre y tuvo que enfrentarse al dilema de mantener intacto el régimen o abrazar la democracia. A Franco lo sucedió en la jefatura del Estado el rey Juan Carlos, quien tuvo el acierto de poner en la presidencia del gobierno a Adolfo Suárez, que lideró el período que se conoce como la ‘Transición’.

¿Qué le falta a Colombia, don Joaquín?

Colombia siempre ha estado en guerra consigo misma. Siempre hemos tenido motivos de sobra para odiarnos, para mirarnos con desconfianza. Estando en bachillerato en una conversación con uno de los patriarcas en mi pueblo, Joaquín Paz, un hombre inteligente, agudo y emprendedor, me dijo que nos hacía falta tener una guerra para terminar de consolidar una identidad nacional y una idea de país. Quedé perplejo, y le dije: pero si nos cabe una sola guerra más, llevamos años en guerras. “Sí, pero todas entre nosotros. No con otro país”.

Una carta para Petro

Toda campaña política genera crispación y estrés social en cualquier parte del mundo. Colombia por supuesto no es la excepción y no podría serlo. La nuestra es la historia de las pasiones políticas extremas, desde el minuto cero de la declaración de independencia hasta nuestros días. Somos una nación en guerra consigo misma. Bolívar, dijo alguna vez, que cada colombiano era un país enemigo.

¡Es por Colombia!

Las próximas elecciones serán, probablemente, las más importantes desde 1970 entre Rojas Pinilla y Misael Pastrana. Las condiciones sociales y económicas son las peores de los últimos 70 años, el país es una olla pitadora a punto de estallar, miles de personas aguantan hambre y millones viven en la pobreza. Para completar esta tragedia, la credibilidad en las instituciones es pobrísima. Existe un acelerado y peligroso agotamiento del paradigma democrático, que podría dar al traste con nuestra endeble democracia liberal.

Buscando visa para un sueño

En marzo pasado, más de 15 mil colombianos fueron detenidos tratando de entrar ilegalmente a los Estados Unidos. Desde octubre, van más de cuarenta mil. La noticia la leí en una crónica de El Tiempo, “Migración Ilegal de colombianos. La vida en manos de coyotes”, una radiografía de una realidad de la cual poco se habla en Colombia, el drama de quienes cada día intentan irse del país, muchísimos de ellos a través del ‘hueco’, la escabrosa red de pasos fronterizos con la frontera mexicana.

Una decisión descabellada

Algunas veces he llegado a pensar que Colombia no es un país sino una caricatura de país. Por fortuna, he reflexionado a tiempo. Lo que es una caricatura son sus elites. Por ello la mayoría de ciudadanos descree de las instituciones del Estado.

La muerte de los samanes

Enseñan en las escuelas de periodismo que noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. Cambiemos la máxima: noticia no es que un hombre mate a un árbol – porque esto sucede a diario con miles de árboles – sino que un árbol mate a un hombre, tal como sucedió en Ibagué el pasado 27 de abril. Sin embargo, la muerte de este pobre ciudadano, Andrés Felipe Góngora, ha pasado a un segundo plano, pues la respuesta inmediata de la Alcaldía fue sacar la motosierra y sin el “debido proceso” talar cinco samanes.

Danza de lobos

La política colombiana entró en una fase de grandes ligas, apta solo para estrategas consagrados y tahúres.

Danza de lobos

La política colombiana entró en una fase de grandes ligas, apta solo para estrategas consagrados y tahúres. Una lucha en la que ganan los lobos de colmillos más grandes, no los corderos ni los que posean el mejor programa sino el más capaz de generar emociones.