CONTRACORRIENTE (IX)

Creí que en tres o cuatro cuartillas y a manera de ensayo corto lograría exponer mi opinión sobre los factores esenciales que harían del Tolima un territorio firme y fértil para “sembrar y cosechar desarrollo”; aunque faltó ahondar, con esta novena y última cuartilla concluyo la propuesta de la simbiosis de cuatro factores o principios activos que, con total convicción, creo restaurarán social, moral, económica y políticamente al Tolima, factores que ahora me permito recordar, no sin antes agradecer a quienes con serio interés le hicieron seguimiento y dieron su parecer: El Tolima, territorio histórico, identitario, autónomo y constructor de progreso integral.

Contracorriente (VIII)

Forjar identidad política para lograr cohesión social regional y peso político nacional. Del asunto de la identidad política tolimense no debatimos, tal vez por juzgar que la política ya se inventó y que es inmutable y por ello a los políticos que ejercen esa política les confiamos la conducción del progreso tolimense y eso es un disparate, pues si la política “es la actividad orientada de forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo (sociedad) para alcanzar ciertos objetivos” y, sí en el Tolima esa política es inmutable, ¿sobre qué tesis novedosas de sociedad, territorio, economía y futuro podríamos los tolimenses construir acuerdos para lograr la prosperidad y, de esas tesis, las bases éticas y los ejes programáticos que deberían respetar y acatar quiénes buscan nuestros votos para conseguir dignidades o curules?

CONTRACORRIENTE (VII)

c) Reconstruir tejido social a partir del reencuentro de los tolimenses. Desde cuándo empezó la violencia, años cincuenta o antes, los historiadores lo dirán, el Tolima padece una escisión sociológica de nunca acabar que origina rupturas familiares y fuga sostenida del talento que destroza el espíritu y la perspectiva progresista tolimense.

CONTRACORRIENTE (VI)

Decía atrás que solo una implosión federalista eliminará al gamonalismo en los territorios y al feudalismo centralista e iniciará la construcción de un país moderno y justo.

Contracorriente (V)

Sigo con el tema territorial y espero no ser aguafiestas por meter a todo político en el mismo costal sin diferenciar la baja estofa de la buena energía, maniqueísmo que evito porque creo que la restauración tolimense no solo se funda en ética y buena intención (recuérdese cómo se adoquinó la vía al infierno), sino en pertinencia y coherencia ideológica y en ese enfoque vemos que los presuntos buenos políticos se unen por intereses, no por ideas y apelan a los mismos patrones de conducta del caduco politiqueo que es la antítesis del anhelado nuevo “carácter político” regional. Así entonces suplican avales; hacen venía a caciques nacionales (y plantean vencer al gamonalato criollo); revelan talante mesiánico; sus ideas oscilan entre localismo y centralismo; esquivan hablar de un estructurado modelo regionalista de futuro y, claro, eso no es liderato para el cambio sino alternancia personalista para el continuismo.

Contracorriente (IV)

Con plena convicción debo decir que solo reconstruyendo el imaginario o los fundamentes del progreso, los tolimenses podremos encarar con seriedad, responsabilidad y efectividad la disyuntiva entre avanzar hacia un estadio superior de prosperidad, equidad y calidad de vida o porfiar en la nadería promesera o blablablá mesiánico que nos ata a un inicuo círculo vicioso que por años detuvo el tiempo histórico tolimense y que, como en el mito de Sísifo, nos castiga con la tediosa rutina que neciamente creemos válida y hasta progresista, cuando realmente, y sobran evidencias, nos viene forzando a reeditar el pasado. Con franco interés de aportar algo para construir ese imaginario o fundamentación realmente progresista, sigo con la sustentación, por demás apretada, de los cuatro principios atrás planteados.

CONTRACORRIENTE (III)

Cumplo lo anunciado indicando los cuatro principios que harían del Tolima un hábitat fértil y firme para “sembrar y cosechar progreso” y que luego sustentaré para precisar su esencia. 

Contracorriente (II)

Antes de describir y sustentar los factores anunciados en la primera parte y que, fusionados, harán del Tolima un hábitat fértil y firme para “sembrar y recoger progreso” debo agradecer a la Academia de Historia del Tolima su gentil invitación a plantear mis ideas en reunión que generó un enriquecedor feedback que afirma mi postura respecto a la vía que creo correcta para vencer endémico el atraso tolimense.

Contracorriente (I)

De regreso y parado en la raya porque siendo realmente posible un quiebre histórico para empezar a construir un Tolima cohesionado, inclusivo moderno y próspero, es inaceptable que las causas y complicidades de su atraso social y económico tengan que pervivir hasta el fin de nuestro tiempo. 

¡Hasta pronto!

Razón tienen quienes protestan por problemas sentidos y nunca atendidos por los llamados servidores públicos. Salvo que afrontemos, de raíz, los graves y crecientes males que padece el Tolima, de nunca acabar serán las quejas por agua, vías urbanas y rurales, infraestructura, inseguridad, hambre, pobreza, desempleo, venalidad, alto costo y mala calidad de servicios públicos, exclusión, desigualdad, falta de oportunidades para la juventud y tanto problemas endémicos que, hilando fino, acaban siendo subterfugio moral para enfermizos o adictos a la pseudo cultura del “ya y el yo” que hacen o desean hacer política sin un sentido histórico (de futuro) que exija actitud ética con los tolimenses que, lo parece, sufriremos por siempre la fatua y necia labia que infla egos pero no indica caminos posibles hacia un futuro mejor.