“La reincorporación de las Farc no puede fracasar”

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Jean Arnault, jefe de la misión política de la ONU, explica en qué va el desarme de las Farc y da campanazos de alerta sobre el futuro que les espera a los combatientes de esa guerrilla.

SEMANA: ¿Realmente empezó la dejación de armas de las Farc esta semana?

JEAN ARNAULT: En los últimos meses se ha intentado construir las condiciones logísticas para que se pueda llevar a cabo la dejación de armas. ¿Qué está pasando ahora? Entramos en una etapa de registro de las armas que ingresaron en las zonas veredales. Luego empieza el almacenamiento gradual de esas armas en los contenedores de Naciones Unidas.

SEMANA: Colombia ha tenido varios procesos de paz en los que se ha visto la foto de los guerrilleros dejando el fusil. ¿Veremos esa imagen con las Farc?

J.A.: La confianza no puede nacer de una foto. Hay que tomar en cuenta lo que estamos viendo desde hace dos años, que es la finalización del conflicto armado. Los fusiles en este país se han callado. Hace ya varias semanas que las Farc se van concentrando en zonas veredales. Hoy se está dando un proceso gradual de dejación de armas. Entonces, tenemos algo un poquito más fuerte que un par de fotos.

SEMANA: La respuesta es no, entonces…

J.A.: Las Farc siempre han manifestado mucha sensibilidad sobre este tema, incluso algo exacerbada comparada con otros procesos. Ellos piensan que es importante mantener la percepción entre sus combatientes de que este es un proceso sin vencedores ni vencidos. Es un tema fundamental para ellos, por eso nosotros respetamos esta preocupación. Dicho esto, también respetamos la conveniencia de que en algún momento haya una huella fotográfica de lo que está pasando.

SEMANA: ¿Entregarán ustedes reportes parciales sobre el acopio de las armas?

J.A.: Es fundamental que exista transparencia y que digamos: tantas armas han sido recogidas, esta es la etapa en la que estamos, esto es lo que nos falta. Hemos visto esta semana una encuesta de opinión algo desfavorable para el proceso de paz. La cifra que se menciona es que el 62 por ciento de la población sigue no muy convencido de todo esto.

SEMANA: ¿Le preocupa ese escepticismo?

J.A.: En un contexto electoral y de polarización inevitablemente los sentimientos de descontento van a afectar el proceso. El escepticismo no va a decrecer, sino a crecer. Pero hay una gran necesidad de que para el proceso de dejación de armas ese escepticismo se vaya.

SEMANA: Ustedes como ONU son garantía de confianza, pero con la carta que hace un par de semanas le enviaron la Canciller y el Alto Comisionado sembraron dudas sobre la misión. Por ejemplo en el tema de los contenedores. ¿Al fin están listos o no?

J.A.: Como lo explicamos, estamos en capacidad de almacenar inmediatamente las primeras armas que nos entregan las Farc como parte de su compromiso. La presencia de contenedores capaces de recibirlas siempre estuvo, está y seguirá estando.

SEMANA: ¿Pero será en los contenedores finales?

J.A.: Hay una relación directa, obligatoria, necesaria e imprescindible entre la existencia de un campamento preparado y la instalación de un contenedor de gran tamaño que permita la recepción del conjunto de las armas, así como el material para aislar la seguridad, que es lo normal. Las condiciones logísticas se están creando sobre la marcha y eso tiene como implicación que vamos a tener dos etapas: una actual de recepción de las armas en contenedores provisionales, y otra de almacenamiento en contenedores de mayor tamaño. Pero que nadie dude de que el registro de las armas, su monitoreo en los campamentos, y el almacenamiento de las que las Farc entreguen son funciones que están absolutamente garantizadas por parte nuestra.

SEMANA: ¿Es algo realista creer que en el día 180 se van a poder extraer las armas?

J.A.: Sin duda, los tiempos son cortos. Parte de los problemas que encontramos hoy tienen que ver con que se trata de un cronograma muy ambicioso porque estamos hablando de un país mucho más grande que los centroamericanos, con un número importante de guerrilleros. Dicho esto, vemos un sentido de urgencia del Gobierno, por razones obvias, pero también del secretariado de las Farc que realmente quiere hacer lo posible para tener su partido político e iniciar su campaña en los últimos días de mayo.

SEMANA: ¿Pero se podrá cumplir con todo en tres meses?

J.A.: Si queremos llegar a un proceso de dejación de armas con una base guerrillera tranquila sobre su situación después de la dejación de armas respecto a que sus condiciones de seguridad serán respetadas, a que tendrá condiciones socioeconómicas para estar lejos de la economía ilegal en la cual ha vivido durante muchos años, si queremos que esta guerrilla también sienta que goza de niveles de protección jurídica compatible con una vida normal, ciudadana, legal, entonces hay muchísimo trabajo por delante.

SEMANA: ¿Hay temores entre los guerrilleros?

J.A.: Ya hemos sido testigos de fenómenos parciales, seguramente marginales, de deserción. La sociedad colombiana tiene que poner el ojo al hecho de que para que este proceso sea exitoso no solo se trata de que haya un congreso de las Farc a fines de mayo, sino que el conjunto de esta guerrilla pueda transitar a la vida legal en estos tiempos cortos. Creo que el sector privado puede contribuir en ese tema de la reintegración socioeconómica.

SEMANA: Será difícil que el Día D más 180 los guerrilleros salgan de las zonas veredales…

J.A.: Creo que nadie debería poner el grito en el cielo si la guerrilla se tuviera que quedar dos o tres meses más hasta que las condiciones de seguridad física y socioeconómica sean las adecuadas.

SEMANA: Se le nota preocupado por la reincorporación.

J.A.: Recordemos que la reintegración de miembros de guerrillas en los años recientes no se ha distinguido por su nivel de éxito. Yo sé que Colombia tiene una larga experiencia, la respeto y espero que pueda servir en este caso. Pero no podemos como Naciones Unidas dejar de señalar que Colombia afronta desafíos que otros países no han enfrentado. El primero, obviamente, es una economía ilegal próspera que ofrece permanentemente una alternativa a quienes quieren transitar a la vida legal. El segundo reto es el hecho de que a pesar de que el enfrentamiento entre las Farc y el Estado ha terminado, no ha terminado la violencia organizada. Esos dos hechos nos dan razones para decir que aunque vemos un proceso encarrilado, vemos también varios elementos que ameritan que no haya ahí algún triunfalismo, alguna percepción de que esto ya está resuelto.

SEMANA: ¿De qué se trata la segunda misión contemplada cuando termine esta de la verificación del desarme?

J.A.: Los términos generales están en los acuerdos. De la misma forma en que el Gobierno ha querido que la ONU se involucre en brindar garantías internacionales a la dejación de armas, las Farc quisieran tener alguna garantía internacional de que después del desarme no se encuentren en una situación de vulnerabilidad y que los compromisos que se tomaron con respecto a ellos se cumplan. Hemos tenido en varios casos situaciones en que la ONU entra a petición de partes, verifica durante dos o tres meses lo que pasa y se va. Y hemos tenido en varias oportunidades razones para lamentamos.

Hobbes dijo: “La guerra no es el tiempo durante el cual la gente combate, es todo el tiempo durante el cual sigue dispuesto a hacerlo”. Mientras existan en la mente disposiciones al enfrentamiento, es justo y necesario que haya un esfuerzo internacional para contribuir a que esto se normalice.

SEMANA: ¿Cree que depositar el acuerdo de paz en el Consejo de Seguridad como está contemplado es un blindaje cierto para que no se eche atrás?

J.A.: El blindaje no es una cosa, sino una serie de cosas. La verificación internacional indudablemente es una parte de ello, pero el consenso político nacional es fundamental. No creo que el camino tomado hacia la finalización del conflicto entre Farc y Gobierno esté amenazado por la polarización de la campaña electoral. Creo que hay un rechazo popular absolutamente contundente a la prorrogación del conflicto. Hay un bloque político, psicológico, cultural, emocional que le da sustento a ese proceso de paz.

SEMANA: ¿Entonces no percibe amenazas graves a la vista?

J.A.: Lo que nos preocupa es que se erosione de alguna forma el proceso. Que la frustración de combatientes, de sus familias, de las comunidades que viven alrededor lleve a que el grado de imperfección del proceso lo avecine al fracaso. En otros términos, una cosa es que se haya producido un goteo de deserciones, que las Farc están haciendo lo posible por parar. Pero si ese goteo se convierte a lo largo de los meses en algo más cercano a la hemorragia, el proceso habría fracasado. Creo que para Colombia no existe la opción de una reintegración fracasada.

SEMANA: En pocas palabras, ¿cuál ha sido el aprendizaje que ha tenido durante estos meses en Colombia?

J.A.: En agosto dije en un evento que el primer choque que íbamos a tener es el de la implementación. Que todo lo que parecía bastante sencillo en el papel, es inmensamente más difícil en la realidad. La forma de responder a este choque es priorizar y recalendarizar. No hemos escapado ni al choque de la implementación ni a la inevitabilidad de cierta priorización, y, al final, se ha hecho más una especie de recalendarización tácita. Hay cosas que yo admiro del proceso de Colombia. En particular, estas chispas de reconciliación que hemos visto con las visitas de las víctimas a La Habana. Son una cosa sin precedente y tienen un valor inmenso. Ojalá que estas chispas se vayan expandiendo y ahí sí habría una lección que el mundo podría aprender.

Credito
ESPECIAL SEMANA

Comentarios