Historias de infieles

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
Vanguardia Liberal recopiló tres historias de infieles empedernidos que encuentran miles de razones para serlo y que aceptaron contar su historia. No pretenden hacer “apología a los cachos”, por el contrario, quieren que los lectores saquen sus propias conclusiones y se pongan las pilas en su relación de pareja.

Alrededor de la infidelidad se tejen muchos mitos: ¿siempre existe una razón - no justificación- para “poner los cachos”?

“No necesariamente”, responde la sexóloga Fabiola Patiño. “A veces simplemente es una compulsión, en el caso de la mayoría de los hombres y de algunas mujeres. Sin embargo, con frecuencia sí existe una razón, sobre todo para ellas”.

¿Se trata solo de sexo? “En la mayoría de los casos, sí, aunque se cree que las mujeres son mucho más emocionales. Se sorprenderían al saber que son muchas las mujeres que están insatisfechas en la intimidad con sus parejas hombres, así que también para ellas y, por supuesto, para ellos, el tema en muchas ocasiones se trata solo de sexo”, responde la sexóloga.

¿Siempre termina mal una infidelidad? “No”, responde la sexóloga. “Y sé que esta respuesta es triste para quien la sufre o tiene temor de padecerla. Pero a veces sirve para darse cuenta de qué está mal en casa. Sin embargo, debo advertir que causa mucho dolor, tanto para quien la sufre como para quien la comete”. Finalmente, ¿vale la pena? “Yo diría que en ocasiones, pero la mayoría de las veces, no”, puntualiza la experta.

Y usted, ¿se identifica con estas historias?

 

La colega...

No era la más laboriosa, pero es inteligente y tiene sus buenos apuntes, trabajar con ella era divertido.

Llegó a la empresa para ocupar un puesto menor, pero poco a poco se fue ganando la confianza del jefe mayor, o eso decía. Empezó a actuar un poco raro, pero yo no quería ver eso, no me afectaba tampoco. Me parecía divertido que las otras mujeres hablaran mal de ella, que señalaran que era una especie de arribista, que decía mentiras. Pero, insisto, como no me afectaba porque mi trato con ella se limitaba a una tarea en particular y ella se portaba muy bien conmigo, entonces no atendía a esos comentarios.

Por supuesto que la favorecía en los temas laborales y era más condescendiente con sus necesidades.

Comenzamos hablando de cualquier cosa, de la vida, hasta que fuimos entrando en terrenos más íntimos. Me parecía linda, aunque no era elegante, y me reía mucho con ella.

Tenía una novia desde hacía siete años y yo no quería dar el paso para casarme. Estaba bien así. Mi novia parecía estar de acuerdo, aunque de vez en cuando mencionaba el tema del matrimonio.

Después de tantos años de noviazgo uno pasa a ser más amigo de la pareja, que novio. Se comparten más cosas y hay un vínculo, pero hay que luchar para que las cosas funcionen y en ocasiones, por mucho esfuerzo que uno haga, hay peleas que desgastan la relación. Y también está la rutina.

Hay días buenos y malos. Y con mi colega siempre era divertido. Sin embargo, tengo que decir que no pensaba que fuera a pasar más de unas conversaciones calientes y unos coqueteos inocentes. Sabía que podía ser problemático.

Cierto día llegó llorando a la oficina. Me dijo que había tenido un problema con su novio, que la había dejado fuera del apartamento, pero que ahora él se había ido y que ella necesitaba ayuda para sacar sus cosas.

Le dije que sí, que claro que la ayudaba. Y al entrar en el apartamento, nos besamos. Pasó todo lo que imaginé que pasaría desde que le dije que sí la ayudaba. Fui con esa intención.

Así seguimos unos meses, hasta que ella empezó a llamar a la casa de mi mamá, diciendo que era mi nueva novia, que se fuera acostumbrando. Cuando mi mamá me contó eso, no lo podía creer. De repente me se vino el mundo encima.

Tuve que pedirle a mi mamá que no dijera nada y “hacerme el loco” en adelante.

Varias veces ella pasaba por mi escritorio y me preguntaba por qué estaba tan distante, que qué me pasaba. Le dije que todo estaba bien, que tenía un problema y estaba concentrado en eso.

Para mi fortuna, se fue de la empresa, pero quedé curado. Con compañeras de oficina ¡jamás!

 

Y pensar que todo comenzó en tinder...

 Mi esposa estaba embarazada de nuestro primer hijo. El niño hoy tiene ya tres años. Era lógico que ella estuviera concentrada en el embarazo, yo también traté de estar con ella, pero me aburría muchísimo hablar todo el tiempo del bebé. Entonces descargué en mi computadora la aplicación de Tinder. En principio lo hice solo para distraerme, pensé que podía mantenerlo en un ‘sexting’ por un corto periodo, mientras nacía el niño. Una semana después, una pelinegra me respondió. Empezamos a hablar y aunque me parecía un poco simple, era lanzada y en seguida dio pie para hablar de temas más calientes. Así pasaron varios meses. Empecé a quedarme hasta tarde en el trabajo para hablar con ella y luego de seis meses, nos vimos en persona.

Nos gustamos. ¿Si me tomé en serio la relación con la chica? No, era una chica de Tinder, es una tontería creer que una persona que uno encuentra en estas aplicaciones quiere algo serio.

El cargo en mi empresa me permite salir a una cierta hora antes de la jornada laboral, así que aprovechaba esos momentos para estar con ella.

Mi esposa estaba ocupada con el niño, yo también pasaba tiempo con él, pero en las noches le decía que me costaba dormir y que quería salir a caminar. Salía, tomaba un taxi y me iba a ver con ella. Regresaba tipo 1 de la mañana. Mi esposa seguía cuidando al bebé. Así estuve con la pelinegra un año hasta que mi esposa me siguió. No supe quién le dijo, hasta el momento tengo mis sospechas, pero no puedo hacer nada. Estoy con “matrícula condicional”. Cuando mi esposa nos sorprendió nos armó un escándalo. La pelinegra ni siquiera esperó a nada, se fue de una vez. Fue muy feo. ¿Si lo volvería a hacer? Lo hago, pero ahora lo dejo solo en ‘sexting’. Mi esposa espera nuestro segundo hijo.

 

El problemático...

 Dicen que los hombres están siempre “listos para la acción”, pero eso no es verdad. Ellos les dicen a sus amigos que son máquinas sexuales, pero lo cierto es que muchos no saben qué hacer, cómo hacerlo o como mejorar su pobre “performance”.

Tengo un novio desde hace 5 años. Es agradable y me apoya, pero por mucho que le he dicho que necesito que sea más ardiente conmigo, no lo hace: tiene pereza, está pensando en otras cosas, está cansado... En una ocasión lo seguí, sé que estuvo mal, pero su comportamiento no me parecía coherente. Cuando salgo a la calle se quedan mirándome, recibo propuestas y halagos, pero para él no se trata de eso, sino de que tiene mucho trabajo. En cualquier caso, no descubrí nada: del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, no hacía ‘sexting’, no ve pornografía. En verdad está enfocado en ser el mejor ejecutivo. Hasta pensé que podía ser gay y estaba dispuesta a apoyarlo, pero tampoco. Entonces empecé a aburrirme de la situación y a pensar que tal vez tenía que satisfacer mis necesidades por aparte.

No quiero dejarlo, nos llevamos muy bien, es solo este pequeño detalle.

La primera oportunidad se presentó cuando un excompañero de colegio me contactó por Facebook. Reconectar fue interesante y se veía muy atractivo, cuidaba su apariencia personal y moría por saber si seguía siendo churro en persona.

Y sí. Olía delicioso y era muy seguro de sí mismo: no machista, sino tranquilo, nada de problemas, se había separado de su esposa porque las cosas no funcionaron, pero se llevaban excelente por su hijo. Era activo, tenía metas y me confesó que era muy apasionado.

Obviamente tomé la oportunidad y comencé a salir con él. Estuvimos así un tiempo, hasta que mi novio contestó un día mi teléfono y empezó a sospechar. Tuvimos una gran discusión y sinceramente me aburrieron sus reclamos absurdos. Pensé en dejarlo. Mi excompañero de colegio me dijo que le parecía muy linda y que nos fuéramos, pero no tuve corazón para dejar a mi novio. Me pidió perdón y regresamos. Mi excompañero se fue de la ciudad porque cerró un negocio en otra ciudad. Luego me dijo que en verdad no quería nada serio. Que me hubiera dejado.

¿Que si sigo siendo infiel? Solo hago ‘sexting’ con uno que otro amigo. Es horrible ser sorprendido.  

Credito
Vanguardia Liberal

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