El Mundo del futuro

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Desde hace cerca de 40 años el grupo de telecomunicaciones británico BT ha hecho pronósticos de acuerdo con lo que sus analistas e ingenieros consideran que serán los avances de la humanidad en los siguientes 50 años. El informe de 1995 anunció la aparición, hacia el 2015, de ‘videoconferencias en 3D’, lo cual no está del todo alejado de la realidad teniendo en cuenta los avances alcanzados hasta ahora en esa tecnología; y en el estudio del 2002 predijeron la aparición de las ‘tablets’ para el periodo 2008-2012.

Aunque las predicciones parezcan inviables, informes como los anteriores han demostrado que es posible acertar tanto con los tipos de avances como con la fecha de desarrollo. Colombia pasó de la mula al jet en 50 años, algo impactante, como quiera que hace un siglo volar era una historia de ciencia ficción.

Aunque no somos gurús del futuro, en la prospectiva del desarrollo social, se parte de las expectativas de la comunidad. Cómo quisiéramos, por ejemplo, que no en 60, ni en 50 sino en 15 años, tuviéramos autopistas que conectaran a Puerto Carreño con Buenaventura en 12 horas, o que una tractomula empleara no más de ocho horas entre Bogotá y Cartagena o que el porcentaje de hogares pobres fuese inferior al 10 por ciento o que el bilingüismo entre los menores de 30 años fuese del 100 por ciento, o que la productividad por hectárea de cultivos como el algodón, el arroz, el café y el sorgo, por ejemplo, fuese de los más altos del mundo.

Dentro de 60 años, las plazas de mercado seguirán existiendo y seguramente serán muy parecidas a las que hoy conocemos, sólo que con una cultura ecológica admirable. También la tienda de la esquina estará allí, porque la conveniencia es y seguirá siendo muy valorada. Todos los comerciantes pasarán de vender productos a ofrecer experiencias y no creo que la virtualidad reemplace eso, la experiencia de tocar, de relacionarse con los vendedores, con los visitantes en un centro comercial, la experiencia de sentir la brisa, los olores, los aromas, mirar unos niños comiéndose un helado de la mano de sus papás, contemplar una fuente multicolor de agua.

Tampoco se abandonará la buena costumbre de visitar restaurantes en busca, ya no de la comida diaria, sino de encontrarse con una sonrisa, con un buen servicio y con una experiencia gastronómica memorable. Supongo que el centro de las ciudades será parte vital de la comunidad y que dará gusto visitarlo.

Credito
GUILLERMO BOTERO NIETO Presidente de Fenalco

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