Un risueño que anda vagando en Ibagué

José Javier Capera Figueroa

Para estas épocas de tanta incertidumbre, pensar- críticamente en temas de política, economía, cultura, arte, poesía, literatura es más que una ilusión es el reflejo de la crisis del ser, saber y el hacer inmersa en las sociedades. En Colombia la realidad no es tan diferente, centenares de personas anda tocando puerta a puerta ofreciendo los mejores productos, el mejor empaque, la mejor propuesta y la mayor satisfacción posible en sus manos, claro son las recetas de los famosos “representantes” de la democracia colombiana.

Unos gritan un programa con “seguridad” del cual se debe dudar, otros entonan canciones en donde dicen aperrea la corrupción, el clientelismo y la (in) debidas prácticas políticas del momento, por allá se designan ser el primer alcalde cívico de la región y que no posee ningún lazo con la clase política y el caciquismo del territorio pero a sus alrededores recibe todo el apoyo de líderes políticos (Laserna) que han sido partícipes de la violencia, la pobreza y la desigualdad social de las tierras tolimenses, sino creen pueden indagar el archivo histórico de la “nación” con los indígenas de Chaparral que dicha familia tanto humilló y violentó.

No suena raro realizar un ejercicio de reflexión, Colombia es el segundo país con más desigualdad de América Latina antes que Haití, es una democracia relativamente imperfecta aunque los defensores del Estado salgan a vanagloriase con los altos índices de votación, si en el fondo votar no significa democracia ni mucho menos ser “demócrata”. Es la pura realidad de la nación, una nación en crisis la cual nunca se pensó, pero sí se impuso un proyecto criollo, de élites y grupos políticos tradicionales, en donde el Negro, el Indígena y el diferente nunca se han podido involucrar.

Porque será en un mundo en donde las proezas por la dignidad humana están en juego, los avances de la ciencia, la técnica y la tecnología son magistrales, las ciudades se encuentran en un pulso de modernización, los sueños de tener una juventud educada, crítica, reflexiva y propositiva se están constituyendo, pero acá en estas regiones todo es diferente, un caso concreto es el risueño que anda vagando en Ibagué:

Una universidad pública que de ser pública, sirve más de espacio político para los caciques de la región y la partidocracia del momento.

Un grupo de candidatos a la alcaldía que ya fueron más de una vez, otros hacen parte de la alianza gamonal y para sumar uno que dice ser “progresista” pero toda su tradición es más de reformistas. Más claro no lo canta un gallo ni tampoco lo pone una gallina, es la crisis de pensamiento, acciones y alternativas que se evidencia en las tierras de los tolimenses.

Ya para finalizar, sería justo que los tolimenses e ibaguereños pensaran detenidamente a la hora de realizar su voto, que después no se quejen por el agua, la luz, los arriendos, el desempleo, los juegos nacionales, las calles y sus huecos, el sistema de salud ineficiente y una universidad para burócratas, y no para el ser de la misma, sus estudiantes, o en su defecto continúe siendo la ciudad del paso, el tamal, la lechona y la natilla de fin de año.

Ñapuelas:

Falta ya casi un mes y ni escenarios, ni apoyo a los deportistas y ningún funcionario judicializado en su momento. Un claro ejemplo entre muchos, los Jóvenes de Halterofilia han hecho todo mediante su voluntad porque ni un peso han recibido para su concentración (preparación).

La cultura en los “diálogos” de La Habana pareciera ser un tema de ninguna trascendencia, o no les parece raro que los Jóvenes que tanto han sufrido el conflicto armado no tengan ninguna mesa de participación o representación.

Señores Toledismo, Pompilismo, Ferrismo, Jaramillismo y mejor paro de contar los Ismos, son las enfermedades sociales del momento, muchas propuestas sin un telón de fondo reflexivo, eso es el resultado de la tradición política de la “nación”.

Por último, el descaro más pendejo del momento: funcionarios de Luis H. ahora salen a defender su pedazo de torta en medio de las enaguas de Toledo, oiga señores su voto también vale pero la renovación del contrato es más importante (véase: http://lasillavacia.com/historia/asi-participa-en-politica-la-alcaldia-de-ibague-51818 )

Qué buena onda por los jóvenes que ayudan a los mal llamados “indigentes” repartiendo alimentos en las noches, qué buenas acciones humanas, es necesario apoyarlos e incentivarlos no con dinero, sino con oportunidades educativas.

(*) Politólogo de la Universidad del Tolima, asistente académico de la Universidad Autónoma del Estado de México.

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