Cuentan en la 12: Des-Leal que llaman

Mateo 26/ 30-35: "Pedro le dijo: 'Aunque todos pierdan su fe, yo no'. Jesús le contestó: 'Te aseguro que esta misma noche, antes de que cante Gallo por segunda vez, me negarás tres veces'. Pero él insistía: 'Aunque tenga que morir contigo, no te negaré'. Y todos decían lo mismo".

Yo que con la edad me he vuelto asiduo consultor de las Sagradas Escrituras, encuentro muy pedogógico y reflexivo sobre la fragilidad de la amistad política, el texto de Mateo, el publicano recaudador, léase secretario de hacienda de la época. Pues observo que el tocayo de Simón Pedro, no tan leal él, renegando de su apellido, ha negado ya tres veces al huésped de La Picota, y eso que apenas van cuatro días de gestión. Todo parece indicar que en el olvido han quedado los negocios de computadores de la universidad, las idas al aeropuerto a recoger el maletín del Mesías y las reuniones en una oficina del mezzanine del Hotel Ambalá con la batería de abogados, o sanedrín que llaman,  que tan poco exitoso resultó en el caso en comento, como diría cualquier principiante de juez.

Mas he aquí que esa afección a la memoria corre como verdolaga en playa, aunque ahora le llaman fiebre del olvido, tan conveniente para efectos burocráticos. Baste ver al exgerente de Arco que tan maravillosas hazañas gestó en ese cargo y que llegó al estrellato en la fugaz paloma de dos meses que tuvo como secretario de Infraestructura en la administración  de la que tan mal habla el prohombre de Venadillo. No falta sino que los hijos del socio de oficina del dipsómano salgan ahora a hacer como Pedro y a negar el origen de su chanfa, tanto en el Departamento como en la Alcaldía.


Y como remata Mateo en 26/ 69-75: "Pedro estaba abajo, al lado del mural de maestro Jorge Elías y la fuente de Ángela Estella, cuando llegó una de las sirvientas del sumo sacerdote (sic), y al ver a Pedro que tomaba un tinto, se quedó mirándolo y le dijo: Tú también andabas con el de La Picota. Pedro lo negó diciendo: No lo conozco, ni sé qué estás hablando, yo soy de Charles Eduardo. Hasta que Gallo cantó por última vez y el des-Leal se posesionó y se echó a llorar".


La moraleja del cuento es que hay que recurrir a la Biblia, que tantas enseñanzas nos da, que no pasa de moda y sirve para entender "la entredicha condición humana".

Credito
CHOLAGOGUE

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